IN VIAM PACIS


[Epifanía de la portada de la iglesia de San Miguel, en Biota, Zaragoza, localidad que en estas Navidades acogerá la exposición arqueológica de materiales procedentes de Los Bañales:
pincha aquí]

De nuevo -y tras un 2011 que, precisamente, no ha sido de los de más actividad en este blog (sí la ha sostenido el firmante de estas líneas en la página de la ciudad romana de Los Bañales en Facebook -pincha aquí-, en la propia web del proyecto que la Fundación Uncastillo desarrolla en el lugar -pincha aquí-), estamos en Navidad. Es cierto, muchos claman por una Navidad de exaltación del amor, de la amistad, de la paz, de la fraternidad pero... cualquier celebración que quiera hacerse -y es cierto que cualquiera puede celebrarla "a su modo": lo importante es celebrarla- no debe obviar que el centro de estos días es, vuelve a ser después de más de 2.000 años, un Niño y una gruta algo que no deja de ser un Misterio -uno de los más grandes de la Historia- y que, desde luego, no deja de sobrecoger...

Vivimos tiempos difíciles, de depresión, de crisis, de penuria... de incertidumbre (pues pocas palabras definen mejor la expectativa del Año Nuevo...) Pero, otro año más, la Navidad -y en la liturgia cristiana esto se hace evidente- nos recuerda que Dios se hizo hombre en un momento, además, de plena paz en el mundo como nos recordará el pregón Pascual de Navidad y éso es lo que todos celebramos -consciente o inconscientemente-. Y, como en otros años, me detengo, para felicitar la Navidad a todos -creyentes y no creyentes- lectores de este blog en un pasaje del Nuevo Testamento que, al fin y a la postre, es el que mejor retrata la esencia más genuina de la Navidad: de la primera Navidad. En este caso, lo hago en el penúltimo versículo del capítulo primero de San Lucas (pincha aquí) que nos recuerda que el Niño Jesús vino al mundo "a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte" (illuminare his, qui in tenebris et in umbra mortis sedent, en Latín, siempre más delicioso: ver texto completo aquí) y "a guiar nuestros pasos por el sendero de la paz": ad dirigendos pedes nostros in uiam pacis... Por eso, como cada año, llegadas estas fechas (y como ya recomendaba el pasado año: pincha aquí) necesitamos mirar hacia Belén, ponernos mentalmente -con nuestra imaginación- ante el portal en que se produce el más grande Misterio de la Historia y buscar la Luz y la Paz en el único sitio en que, en realidad, la podemos encontrar: en la inocencia de un Niño, el silencio de un Padre y la entrega paciente, abnegada, enamorada de una Madre. Los creyentes, más allá del símbolo, la encontraremos en un Dios hecho hombre que nace de las entrañas de María, los no creyentes tal vez sólo en el acontecimiento histórico -y entrañable- de un hombre extraordinario pero, todos, encontraremos allí, en Belén y en su portal, paz, ternura, cariño y amor... sentimientos que nos ayudarán a ser capaces de afrontar un 2012 que, deseo, venga lleno de todo lo mejor y que, ojalá, seamos capaces de recorrer in uiam pacis... o, mejor, in uiam Pacis algo que, en realidad, será posible si nos empeñamos en que sea de "paz" -y de alegría- nuestro caminar cotidiano por nuestro día a día.

¡Feliz Navidad a todos, queridos lectores de este blog, con el deseo de que en 2012 la actividad en él sea mayor y muchas sean las alegrías personales que podamos compartir a propósito del mundo romano! (y, como cada año, aquí va mi recomendación musical -a modo de villancico- para ambientar esta sentida felicitación: pincha aquí).