SOFUENTES (Zaragoza) (y II)





[Vídeo del programa "Conecta con la Provincia", de ZTV, dedicado a Sofuentes, Zaragoza, y emitido el 28 de Noviembre de 2012, con atención al Cabezo Ladrero, a partir del minuto 8:31]

Apenas la ciudad romana de Los Bañales -a la que quien escribe este blog dedica sus desvelos como investigador desde hace algunos años- merece el privilegio de contar con varios posts en Oppida Imperii Romani (pincha aquí). Ahora, ya no es la única. De igual modo que en los últimos meses estamos incorporando a este espacio excepciones a nivel de contenidos (recomendaciones de vídeos, de otros blogs, de publicaciones, homenajes...) hoy queremos que otro enclave al que ya se aludía en un viejo -antiquísimo- post del primer año de andadura de este blog merezca una segunda entrada escrita, además, con ánimo de actualizar aquélla y motivada, además, por el vídeo que encabeza esta columna y que es el verdadero actualizador. Nos referimos al Cabezo Ladrero de Sofuentes, localización que esconde los restos de una antigua ciudad romana a las afueras de lo que es hoy una recoleta, hospitalaria y gratísima localidad del Norte de la aragonesa Comarca de las Cinco Villas.

Un poco de "historia" está, en este caso, justificado. El anterior post dedicado a Sofuentes -que ofrece información básica sobre el lugar en el que aquí no vamos a abundar: gran parte de lo dicho en ese post se mantiene válido todavía hoy y para las novedades ya anotamos bibliografía más abajo- se compuso en el frío mes de Diciembre del año 2008, en el marco de la, entonces, I Campaña de Prospecciones Arqueológicas en torno a Los Bañales que, un día, en la fiesta de la Inmaculada de aquél año, se detuvo en el Cabezo Ladrero para tratar de localizar dos inscripciones funerarias que se daban por perdidas casi desde la publicación de la Epigrafía romana de Zaragoza y su provincia (Zaragoza, 1977): el epitafio de Flaua Flaui f(ilia) (ERZ, 37) y el dintel de la tumba de Proculus, erigida por su hermano Altus (ERZ, 36). La incursión epigráfica en tierras Sofuentinas acabó, en aquella ocasión, con hallazgo y ello motivó una -pretendida desde años antes- revisión del catálogo epigráfico de esta localidad -uno de los más generosos del Norte peninsular- que ha visto recientemente la luz en JORDÁN, Á. A., ANDREU, J., y BIENES, J. J.: "Epigrafía romana de Sofuentes (Zaragoza)", Epigraphica, 72, 2010, pp. 191-246 (los datos del catálogo, al menos, pueden seguirse ya en las fichas de Hispania Epigraphica OnLine) y que ha supuesto la primera revisión global, con novedades e inéditos, de ese repertorio. Pero, además, aquella jornada de redescubrimientos, con la compañía de Ángel A. Jordán, inseparable colega en correrías epigráficas, subrayó en ambos el convencimiento del potencial que las ciudades romanas de la Comarca de las Cinco Villas -la que hubo en Ejea de los Caballeros, el propio Cabezo Ladrero de Sofuentes, la que ocupó el solar de Fillera, en Sos del Rey Católico (pincha aquí para algunas interesantes novedades respecto de la bibliografía citada en el post de nuestro blog) y, por supuesto, Los Bañales de Uncastillo- tendrían si se estudiasen juntas, de manera coordinada. Algo se ha avanzado en ello gracias al empuje del equipo de Los Bañales -que ha publicado un buen número de trabajos también sobre Cabezo Ladrero y Fillera, como más arriba se ha dicho- y, también, a la iniciativa que entonces coordinaba ADEFO Cinco Villas para la investigación sobre la huella de la red viaria en la Comarca (ver aquí, un par de vídeos grabados, precisamente, en Sofuentes, en el marco de la presentación -en Junio de 2009- de la publicación a que dio lugar esa investigación: MORENO, I.: Item a Caesarea Augusta Beneharno. La carretera romana de Zaragoza al Bearn, Ejea, 2009).

Mucho ha cambiado desde entonces, y a mejor. El proyecto de la Fundación Uncastillo en Los Bañales es un proyecto consolidado que, en su desarrollo científico y patrimonial, ha extendido su labor también a otros puntos de interés arqueológico del territorio no con afán colonizador sino con dos objetivos: el científico (conocer mejor la huella romana en toda la zona) y el patrimonial (poner en valor y explotar como motor de desarrollo el riquísimo e inaudito patrimonio arqueológico romano cincovillés). Varios consistorios de la zona -Sádaba, Layana, Biota, y también, recientemente, Sofuentes...- ya han aprobado la constitución de un consorcio de entidades locales para promover el patrimonio romano de la Comarca. El vídeo que justifica esta segunda entrada sobre Sofuentes en este blog -y que sustituye a cualquier texto que queramos añadir sobre el lugar: el trabajo que ha hecho la periodista Lara Bernal es sensacional- da muestra de ello y subraya, una vez más, cuánto nos queda por descubrir sobre la intensa -y cada vez más viva- huella romana del territorio cincovillés (más sobre Sofuentes, y muy recomendable, y también sobre su pasado romano en el blog de José R. Gaspar, siempre inexcusable al hablar de estas tierras).

LA CARIDAD (Caminreal)



[Interior de una vivienda celtibérica recreada en el CICAR de Caminreal y panorámica de la parte central de la excavación de "La Caridad" con canal hidráulico en primer término]

Situación: Pocas regiones respecto de la Antigüedad Peninsular atesoran la riqueza histórica y política que puede atribuirse al valle del Ebro (véase BELTRÁN LLORIS, F.: "Caesar Augusta, ciudad de Augusto", CAESARAVGVSTA, 69, 1992, pp. 31-44, por ejemplo: pincha aquí). En su solar se fundaron, con topónimos que remiten a los nombres de los propios fundadores -muchos de ellos prohombres de la República Romana- ciudades como Gracchurris (Alfaro, Logroño), en el 179 a. C., Pompelo (Pamplona, Navarra), en el 74 a. C., Lepida Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), en el 36 a. C., y la propia Caesar Augusta (Zaragoza), en el 15 a. C., topónimos todos que, como se ha dicho, remiten a Tiberio Sempronio Graco, a Cneo Pompeyo Magno, a Marco Emilio Lépido o al propio Octaviano Augusto. Una concentración tan inusitada de ciudades "propaganda" no se conoce, prácticamente, en otro lugar del Imperio Romano. Es por eso que un yacimiento como el que se ubica en La Caridad de Caminreal (excepción hecha de la referencia que hicimos en su día a La Iglesuela del Cid respecto de Lesera, prácticamente la primera parada de este blog en la provincia de Teruel) debe ser puesto, siempre, en el contexto tan singular que mereció la ocupación romana del Valle del Ebro no sólo en el periodo de las campañas de Catón hacia el 195 a. C. sino de modo especial durante las guerras celtibéricas, antes (nótese el histórico episodio de Segeda, por ejemplo, en el 154 a. C.) y, especialmente, también después de Numancia, después del año 133 a. C., ámbito cronológico éste en el que parece debe situarse la fundación -así, con ese término, "fundación", se presenta en el recomendabilísimo Centro de Interpretación de la Cultura Romana en Caminreal- de La Caridad, una ciudad de corta vida -parece que desaparecería, destruida, a mediados del siglo I a. C., sin que esté claro el destino ulterior de sus pobladores- ubicada en la Comarca del Jiloca, no muy lejos del agradable pueblo de Calamocha y en el término municipal de Caminreal, apenas a una hora escasa de Zaragoza y muy próximo a algunos atractivos arqueológicos que -por si el enclave y el muy meritorio centro de interpretación no son suficientes motivos para visitarla per se- hacen la visita totalmente inexcusable (el autor de este blog aun se pregunta cómo tras veinticinco años ininterrumpidos de trabajo en el lugar no había tenido, todavía, la oportunidad de visitarla...: imperdonable por nuestra parte, desde luego...).
Acceso: Para llegar a las ruinas de la ciudad romana de La Caridad es necesario, desde la denominada Autovía Mudéjar que conecta Zaragoza con Teruel, tomar la salida "Caminreal" y atravesar todo el pueblo hasta que, al final del mismo -de hecho cuando se ha salido de él: siempre en línea recta-, al frente, aparece un cartel que indica la presencia -a la izquierda- de las ruinas (normalmente cerradas salvo visita concertada) y, a la derecha, siguiendo por una estrecha carretera, la del CICAR, el Centro de Interpretación que, desde 2008, complementa -¡y de qué modo!: ¡un auténtico ejemplo!- la visita a la ciudad romana. Lo más recomendable, desde luego, es dirigirse en primer lugar al propio CICAR (toda la información sobre horarios de visitas aquí o en el perfil en Facebook del CICAR, el Centro de Interpretación de la Cultura Romana ubicado en el interior de una de las antiguas estaciones de ferrocarril de Caminreal: pincha aquí aunque ya se vinculó más arriba) si bien -y como suele suceder en yacimientos que colocan al frente de la gestión de los mismos a gente entusiasta, con grandes dotes de comunicación y con un gran compromiso con el desarrollo del patrimonio, cualidades todas que adornan a los profesionales de Acrótera Gestión del Patrimonio- lo más útil -inexcusable, diría yo- es concertar una visita guiada previa -cuestan 3 € por persona- que incluya el recorrido, guiado, por el propio Centro de Interpretación y, después, la visita a las ruinas (para más información sobre visitas pedagógicas, etcétera, pincha aquí). Una de las ventajas, desde luego, del yacimiento que aquí nos ocupa es su situación -que tampoco debió ser cuestión baladí en la elección del lugar como enclave para la instalación de la ciuitas- pues las ruinas de La Caridad de Caminreal están a apenas 115 kilómetros de Zaragoza, a 68 kilómetros de Teruel y a tan sólo 204 de Valencia convirtiéndose, la propia Comarca del Jiloca, en una buena base desde la que adentrarse en gran parte de los atractivos arqueológicos aragoneses y, en particular, en las huellas dejadas por la cultura ibérica y, principalmente, celtibérica (véase la página de Territorio Iberkeltia, modélica, para más información en este sentido: descarga desde aquí una pequeña ficha, con información básica, sobre el yacimiento, incluida en dicho portal).
Tipología: Lamentablemente -¡y lo que esto nos condiciona siempre!- se desconoce el nombre antiguo de la ciudad pese a las erradas propuestas que han pretendido identificarla con Osicerda, con Leonica o con Orosis (véase BELTRÁN LLORIS, F.: "Sobre la localización de Damania, Leonica, Osicerda y Orosis", Palaeohispanica, 4, 2004, pp. 67-88 con toda la bibliografía sobre esas propuestas y con la razonada crítica de las mismas). Ahora bien, al margen de ese problema, visitando un enclave como éste -y, sobre todo, atendiendo a lo que sobre él se dice en su modélico Centro de Interpretación y sobre lo que, respecto de su historia, puede intuirse en los mapas, excelentes, que en él se exponen- el investigador debe plantearse una duda: ¿cómo funcionó administrativamente un enclave de "fundación" romana con población indígena?, ¿qué estatuto jurídico tuvo esta comunidad?, ¿en ella habitaban sólo indígenas -a los que pertenecerían determinados tipos de viviendas de carácter tripartito al más puro estilo de la tradición de la Edad del Hierro II- o también itálicos y romanos?, ¿cómo se articulaba la vida y las relaciones entre ambos?, ¿pudo tratarse de una fundación romana sin ningún estatuto jurídico, sin ser colonia, ni municipio, simplemente eso, una fundación...?, ¿es eso posible en el ordenamiento jurídico romano? En fin, son cuestiones que, me consta, se están trabajando últimamente y en las que yo no entraré pues investigadores bien preparados estoy seguro que las resolverán pronto cambiando, tal vez, el panorama que hoy tenemos respecto de lo acaecido en el Valle del Ebro entre los episodios de la caída de Numancia y la guerra de Sertorio, entre el 133 y la década de los setenta del siglo I a. C. en la que, en el contexto de las guerras civiles, la ciudad de La Caridad parece que fue destruida (respecto de estos planteamientos, debe leerse, con atención, y como anticipo, el trabajo de GARCÍA FERNÁNDEZ, E.: "Reflexiones sobre la latinización de Hispania en época republicana", en ANDREU, J., CABRERO, J., y RODÀ, I. (eds.): Hispaniae. Las provincias hispanas en el mundo romano, Tarragona, 2009, pp. 377-390 -este libro, fundamental para el estudio de la Hispania romana, está ya disponible online aquí- y, además, se recomienda, para nuevas y futuras aportaciones, seguir la pista de los trabajos del investigador David Espinosa, de la Universidad Complutense de Madrid asiduo lector, además, de este blog. Para, con toda la bibliografía, contextualizar esa labor de reorganización que, el Senado de Roma, llevó a cabo respecto de Hispania y, en particular, del Nordeste, a partir del 133 a. C., véase RODÀ, I.: "Hispania en las provincias occidentales del Imperio entre la República y el Alto Imperio: una perspectiva arqueológica", en ANDREU, J., CABRERO, J., y RODÀ, I. (eds.): Hispaniae. Las provincias hispanas en el mundo romano, Tarragona, 2009, pp. 193-222, también inexcusable).
Descripción: Una vez que, tras la visita al Centro de Interpretación, el visitante, siguiendo las oportunas indicaciones, se dirige a la llanura en la que, entre campos de cultivo y debidamente protegido, se encuentra el yacimiento arqueológico -apenas una pequeña porción de las casi más de doce hectáreas que se supone que ocuparía- lo primero que de él llama la atención es la estructura metálica que, a modo de andamio, se ha instalado para garantizar la cubierta y protección -especialmente en los meses de verano, los únicos en que, si hay campaña de excavación (en 2012 se paralizaron por la crisis económica y la falta de compromiso institucional)- de la auténtica joya arqueológica del yacimiento, el mosaico en opus signinum de Likine, que adornaba una de las estancias de la denominada, por aquél, "Casa de Likine", una extraordinaria mansión de carácter itálico que destaca en el panorama de lo conservado en el yacimiento (para una función singular, como sede de una asociación comercial, para este recinto véase BELTRÁN LLORIS, F.: "¿Firmas de artesano o sedes de asociaciones comerciales? A propósito de los epígrafes musivos de Caminreal (E.7.1), Andelo (K.28.1) y El Burgo de Ebro (HEp11, 2001, 621=AE 2001, 1237)", en A Greek Man in the Iberian Street. Papers in Linguistics and Epigraphy in Honour of Javier de Hoz, Insbruck, 2011, pp. 140-147: pincha aquí para acceder al texto completo) y que constituye, en sí misma, una prueba clarísima, como gran parte de la cultura material recuperada en el yacimiento, de los excelentes contactos exteriores de la población que habitó esta ciudad (una réplica del mosaico puede verse en el CICAR y existen abundantes imágenes en la red: pincha aquí; para un estudio sobre el mismo y su contexto arqueológico de hallazgo véase VICENTE, J., et alii: "El mosaico romano con inscripción ibérica de La Caridad (Caminreal, Teruel)", Xiloca, 3, 1989, pp. 9-27, publicación subsiguiente al hallazgo que dio inicio a las campañas de excavación, disponible aquí). Tras el espacio ocupado por esa gran vivienda, el visitante puede contemplar un murete de toba calcárea -la piedra con la que, con recrecimientos de tapial, debió edificarse toda la ciudad- que pudo formar parte de una de las defensas del lugar que, según se constató en las excavaciones gracias a modificaciones del trazado ferroviario que pasa a sus pies, contaba también con un notable foso defensivo. Junto a ese espacio se adivina una manzana de tabernae de carácter comercial abierta a una de las calles conservadas cortada, además, en perpendicular por un original canal de abastecimiento de agua que se cuenta entre lo más singular del yacimiento. De todos modos con ser atractivo lo que el visitante puede hoy ver en el yacimiento más lo es, sin duda, el elenco de materiales -incluida una catapulta de asedio romana (sobre armas en época romana y técnicas de asedio, no debes perderte esta página: pincha aquí)- que se han hallado en el yacimiento fruto del incendio que lo destruyó (pese a que el autor de este blog está absolutamente apasionado por Los Bañales es cierto que cuando disfrutas con la investigación arqueológica nunca dejas de admirarte de la riqueza -en el caso de La Caridad, en términos de cultura material- que aportan muchos otros yacimientos con los que, desde luego, tanto se aprende). En cualquier caso, si alguien quiere hacerse cargo de la importancia histórica y arqueológica de este enclave puede leer, en red (pincha aquí), el trabajo de BELTRÁN LLORIS, F.: "Modelos romanos y reelaboración indígena en la Hispania Citerior de los siglos II-I A. E.: la ciudad celtibérica de Caminreal (Teruel)", en MIGLIARIO, E., TROIANI, L., y ZECCHINI, G. (eds.): Società indigene e cultura greco-romana, Roma, 2010, pp. 237-260, fundamental y especialmente para el contexto histórico del origen y de la desaparición de este centro, cuestiones a las que aludimos más arriba y que no deben obviarse al visitar este lugar.
Bibliografía: Tantos años de ejemplar trabajo desde el Museo de Teruel y, especialmente, gracias al equipo constituido en torno a Jaime Vicente y a Beatriz Ezquerra, dan, desde luego, para una abundante y variada bibliografía (puede verse una selección en ASENSIO, J. A.: La ciudad en el mundo prerromano en Aragón, Zaragoza, 1995, pp. 207-215 -un libro de referencia, pincha aquí- que recoge, además, toda la problemática sobre el lugar) sobre un yacimiento tan singular pues, prácticamente como "fósil director" aporta una panorámica perfecta sobre las ciudades romanas de época republicana en el Valle del Ebro (una síntesis válida puede verse en VICENTE, J.: "La Caridad (Caminreal, Teruel)", en JIMENO, A. (ed.): Celtíberos, tras la estela de Numancia, Soria, 2005, pp. 205-212). Recomendamos al lector que, en cualquier caso, complete esta lista con la citada en algunos de los trabajos a que se aludió más arriba además de con esas mismas publicaciones.
Recursos en internet: Gestionada su investigación, desde hace más de veinticinco años, por el Museo de Teruel, es el espacio que la web del citado centro dedica a La Caridad (pincha aquí) uno de los mejor documentados y fiables que sobre el yacimiento pueden localizarse en la red junto con el que, con vídeo incluido, se puede obtener en la Xilocapedia, la wiki enciclopédica del Valle del Jiloca (pincha aquí: algo se añade sobre la historia del yacimiento en la voz "Caminreal" de la Wikipedia), y con la voz "La Caridad" de la Gran Enciclopedia Aragonesa OnLine. Ese mismo contenido, con alguna información complementaria, se replica en la web sobre Aragón que ofrece Caja Inmaculada. Por otra parte, el atractivo que, en la red, ha despertado siempre el mundo celtibérico motiva que La Caridad cuente con un post específico en la página Celtiberia Histórica, muy recomendable. De vuelta por tierras de Aragón -tan presentes en este blog pero sobre las que hacía varios posts que no nos deteníamos- casi resultará osado volver a recomendar la Web del Patrimonio Romano de Aragón, de Roberto Lérida, que, aunque no se detiene en el yacimiento de La Caridad sí lo hace en dos atractivos puentes romanos del entorno (pincha aquí) así como su paralelo Blog del Aragón Romano que, a través de la etiqueta "La Caridad" permite repasar la historia más reciente de la investigación y de las excavaciones en el lugar (ver aquí). Materiales muy sugerentes ofrece también el Blog "Ciudad La Caridad Caminreal" gestionado por la Escuela Taller de Empleo del Centro de Estudios del Jiloca (no perderse la lista de rutas turísticas que se ofrecen en un espacio de esta web, que incluye la posibilidad de descargar varias folletos: pincha aquí).Como venimos haciendo últimamente, para quien no pueda acercarse a visitar "La Caridad" pero quiera, al menos, saber qué puede ver en el yacimiento y en su Centro de Interpretación y, para todos, puede resultar útil este vídeo monográfico sobre el CICAR (pincha aquí) o éste que, producido por Pyrene, se grabó en 2008 por parte del Gobierno de Aragón (pincha aquí), ambos en YouTube.
Recomendaciones: Ya se anotaron más arriba algunas posibilidades de excursión arqueológica complementaria para quienes deseen hacer de la visita a La Caridad pórtico o epílogo de una ruta arqueológica más completa que, en cualquier caso, deberá detenerse, desde luego, por su proximidad, en Teruel -el Museo Provincial de Teruel guarda parte del material recuperado en La Caridad aunque los audiovisuales y la exposición instalada en el CICAR ofrecen material gráfico suficiente sobre ellos- y en el recientemente inaugurado Centro de Interpretación del Acueducto Romano de Albarracín-Cella, una extraordinaria e impactante obra hidráulica que, en cualquier caso, apenas conozco a partir de la bibliografía (ver aquí algunos estudios, previo registro online). Por sistematizar algunas de ellas, en este caso desde la óptica del viajero que parte desde Zaragoza, viajar hasta La Caridad de Caminreal permite detenerse, por este orden, en la presa romana de Muel (fundamental, sobre ella, acceder al estudio de URIBE, P., et alii: "La presa romana de Muel (Zaragoza): novedades de hidráulica romana en el Valle del Ebro", en LAGÓSTENA, L., CAÑIZAR, J. L., y PONS, L. (eds.): Aquam perducendam curauit. Captación, uso y administración del agua en las ciudades de la Bética y el Occidente Romano, Cádiz, 2010, pp. 333-347 con las últimas novedades sobre sus posibles constructores, y a la recreación y estudio con scanner 3D que se presenta en la Web del Patrimonio Hidráulico Romano en Aragón), en las históricas y evocadoras ruinas de la antigua ciudad de Contrebia Belaisca, en el Cabezo de las Minas de Botorrita (la crisis ha vuelto a golpear con dureza, y a paralizar, una excavación retomada con ilusión y profesionalidad en los últimos años: ver aquí) y, ya desde La Caridad, el viajero puede dirigirse también al Cabezo de Alcalá de Azaila, histórico emplazamiento de la Arqueología Aragonesa por citar, insistimos, sólo algunas de las posibilidades (si el viajero quiere profundizar, a partir de allí, en la excelentemente bien gestionada huella del mundo ibérico en la zona del Bajo Aragón turolense debe leer las sugerencias que, en otro post de este blog, se hicieron a propósito de El Palao de Alcañiz o, si lo que le interesa es el mundo romano, las que dejamos a propósito de Lesera (Forcall)). Como en ambos espacios se ofrecían algunas recomendaciones relativas a alojamientos, nos detendremos aquí, sencillamente, en dos recomendaciones de carácter gastronómico que, desde luego, no deben faltar nunca en este blog -¿acaso la cocina no es también cultura reflejando, además, a veces, ecos históricos de carácter milenario?- y que harán, seguro, las delicias de quien apenas conozca la cocina aragonesa: el Restaurante Fidalgo, en Calamocha -imposible dejar Calamocha sin probar el afamado Jamón de Teruel que, en este pueblo, además, es especialmente delicioso y reputado- permite, por apenas 12 €, incluso en fin de semana, degustar en el menú del día algunos platos típicos de los fogones de Aragón (quizás algo más de limpieza en el loca, transitadísimo, no vendría mal) y, por su parte, en Muel, la Fonda Rubio, a pie de la antigua carretera a Zaragoza permite -cierto que el precio es menos asequible que el indicado anteriormente para el restaurante Calamochino- también un sabrosísimo "paseo" por la cocina aragonesa (en especial, las costillitas de cordero a la brasa se preparan de maravilla al igual que las migas...). Viajar a La Caridad de Caminreal y reponer fuerzas en alguno de estos dos lugares es, desde luego, una buena propuesta para una mañana de arqueoturismo.

SPARGE PRECOR FLORES... VIATOR




[Géza Alföldy, 1935-2011]
[Foto: © Carme Badía, Institut Català d'Arqueologia Clàssica]

Ya estamos en Noviembre, el mes que -en la tradición cristiana- se consagra a rememorar a los difuntos, a rezar por ellos y a tenerles, si cabe, diariamente, más presentes. En realidad, se trata de la hermosa cristianización -por otra parte lógica- de unas festividades que, en el calendario romano, tenían un cierto arraigo y una notable frecuencia que trascendía una fecha concreta, los llamados feralia, término bajo el que se englobaban los actos de llevar rosas, alimentos, ofrendas de todo tipo a las tumbas en honor de los Dii Manes, los "dioses Manes" protectores de los difuntos, sus espíritus, en realidad, algo que, de hecho, a veces dejaban previsto que se hiciera los propios difuntos anotándolo en sus mandas testamentarias y dejando constancia de ello, incluso, en los epitafios. En uno de ellos, por ejemplo, de Tarraco (RIT, 444) el difunto, el auriga Eutyches, pedía al caminante que esparciera flores sobre su busto (sparge precor flores supra mea busta, uiator: "te pido, caminante, que arrojes flores sobre mi busto") algo que, seguro, haremos muchos durante este mes sin olvidar que para los creyentes, desde luego, como reza el adagio agustiniano, las lágrimas se secan, las flores se marchitan y son las oraciones las que son realmente recogidas por Dios. Precisamente eso, spargere flores -lógicamente, en sentido figurado- quiero hacer yo en este post, a propósito de que hoy, precisamente, día 6 de Noviembre, se cumple un año del triste fallecimiento, en la acrópolis de Atenas y víctima de un paro cardiaco, del genial Géza Alföldy (Budapest 1935-Atenas 2011), seguramente el historiador de la Antigüedad más grande que haya conocido el último siglo y uno de los grandes maestros de nuestra disciplina. No le rendí homenaje en este blog en su día (sí recuerdo haber impartido, en Huesca, esa misma tarde, una conferencia que dediqué a su memoria) y hoy me gustaría aprovechar este espacio para recomendar a los lectores algunos trabajos suyos -elegidos de entre una vastísima e inabarcable al tiempo que admirable producción historiográfica- que, desde luego, me parece resultan imprescindibles para quien quiera conocer a fondo la Historia de Roma y, en particular, el modo cómo ésta se convirtió -como comentábamos en un post anterior no hace mucho (pincha aquí)- en una de las grandes civilizaciones epigráficas y deseen, además, enamorarse, de un particular modo de trabajar. La elección, además, para el título del post, de un fragmento texto epigráfico latino tarraconense -cuando la edición de un nuevo fascículo del Corpus Inscriptionum Latinarum, el "repertorio de inscripciones latinas", dedicado a las inscripciones de Tarraco, fue, precisamente, el último trabajo del Prof. Alföldy y éste estuvo, como él mismo reconocía (pincha aquí para acceder a su discurso cuando, en abril de 2009 fue investido doctor honoris causa por la Universitat Rovira i Virgili) tan vinculado a esta ciudad desde que publicó su Die römischen Inschriften von Tarraco, Berlín, 1975- es totalmente intencional. No tuve la fortuna de compartir mucho tiempo con él -si bien sí me impresionó que cuando me saludó por primera vez, en el verano de 2006, en Heidelberg, antes que por la marcha de mi trabajo, se interesó por si mi mujer y yo estábamos perfectamente bien instalados y a gusto en la ciudad del Neckar- pero es cierto que para muchos jóvenes investigadores como yo su labor científica ha resultado, y seguirá resultando, todo un referente...

Existen en la red muchos espacios que glosan la producción bibliográfica de este insigne sabio húngaro (se recomiendan especialmente las páginas del Seminar für Alte Geschichte und Epigraphik de la Universidad de Heidelberg, en la que profesó desde 1975 y cuya biblioteca de Historia Antigua y Epigrafía contribuyó a internacionalizar de un modo activísimo, y, en nuestro país, la que se le dedica en El anaquel de Spantamicus, de la Biblioteca Digital Cervantes Virtual ésta, además, con enlaces a versiones digitales de algunos de sus trabajos) y no han faltado los homenajes tanto por escrito (recomendabilísimo e insuperable, a nuestro juicio, es el de ABASCAL, J. M.: "Géza Alföldy (1935-2011)", Veleia, 28, 2011, pp. 319-328 que trabajó estrechamente con él en varios proyectos) como en actos académicos y coloquios (en este mes, precisamente, arrancará uno interesantísimo en Tarragona en el que tendremos la oportunidad -y el honor- de participar: pincha aquí para conocer el programa). Incluso la Serie 2 de la revista Espacio, Tiempo y Forma, del Departamento de Historia Antigua de la UNED dedicará su próximo número -el 25, ya en imprenta- a honrar la memoria de este investigador. Sin embargo, si, de verdad, el legado de un científico vive en su obra yo quisiera, en este honorífico post, recomendar cinco "básicos" -si se pueden llamar así- trabajos suyos que, a buen seguro -y privilegiando a aquéllos que, textualmente o en contenido, tienen su correspondiente traducción o adaptación al castellano-, harán las delicias de los enamorados de la Antigüedad Clásica que, ojalá, atesorarán este post como un espacio desde el que acceder a, como antes se dijo, una de las producciones más influyentes de la reciente historiografía sobre mundo antiguo.

[1] ALFÖLDY, G.: Nueva Historia social de Roma, Sevilla, 2012 (la primera edición fue en Weisbaden en 1984 pero el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla ha publicado hace apenas una semana ésta, sencillamente excelente, ampliada, revisada y actualizada por el propio autor poco antes de su fallecimiento: pincha aquí). Articulada en siete grandes bloques, la Römische Sozialgeschichte, ofrece una extraordinaria y documentadísima introducción a la evolución de la sociedad romana desde los tiempos monárquicos hasta la crisis del siglo III d. C. Desde que se publicó por Alianza Editorial, en España, a mediados de los ochenta (accede aquí a una versión en digital) ha sido libro un manual universitario fundamental para comprender el particular equilibrio que Roma fue capaz de hacer entre la centralización y la delegación de poderes en todos sus ordines sociales. Si, lector de este blog, eres estudiante de Historia y todavía no la has leído tienes ahora una oportunidad única, con el volumen editado por la Universidad de Sevilla, de acceder a ella...
[2] ALFÖLDY, G.: "La Historia Antigua y la investigación del fenómeno histórico", Gerión, 1, 1983, pp. 39-61 (accesible online desde aquí) es, desde luego, un trabajo imprescindible -aunque no muy conocido, es cierto- y uno de los más geniales de cuántos -desde una óptica metodológica- están accesibles en castellano con la firma del profesor de Heidelberg. ¿Es la Historia una disciplina científica?, es más, ¿lo es la Historia Antigua y lo son las Ciencias de la Antigüedad? ¿de qué modo debe trabajar el historiador de los tiempos antiguos? ¿cuáles son las barreras y limitaciones de su trabajo? ¿cuál es su auténtico objeto de estudio? son cuestiones que se presentan aquí citando, además, una bibliografía que es, toda ella, de referencia sobre el estatuto del historiador. Imprescindible...
[3] ALFÖLDY, G.: Römisches Städtewesen auf der neukastilischen Hochebene. Ein Testfall für die Romanisierung, Heidelberg, 1987. Un libro -para quienes nos hemos dedicado al poblamiento y la organización territorial de la Hispania romana- ciertamente inexcusable y modélico además de envidiable (existe una cierta adaptación en castellano, con sus principales conclusiones en ALFÖLDY, G.: "Aspectos de la vida urbana en las ciudades de la Meseta Sur", en GONZÁLEZ, J. (ed.): Ciudades Privilegiadas en el Occidente Romano, Sevilla, 1999, pp. 467-485 y parte de la metodología aplicada en él puede verse en su trabajo "Administración, urbanización, instituciones, vida pública y orden social", en ABASCAL, J. M., y ABAD, L. (eds.): Las ciudades y los campos de Alicante en época romana, Alicante, 2003, pp. 35-57, disponible aquí en red). Como el propio Géza Alföldy argumentaba en su trabajo de Gerión el historiador de la Antigüedad está tan limitado respecto del número de fuentes con que puede contar -y respecto de la información que éstas aportan- que no puede permitirse desechar ninguna, que ha de trabajar con todas. El recurso a la documentación epigráfica, por supuesto a los textos escritos por los autores antiguos pero, también, a las evidencias arqueológicas debidamente puestas en valor en su relación con los otros dos tipos de testimonios puede transformar completamente nuestro conocimiento sobre el poblamiento antiguo. Así lo hizo el Römisches Städtwessen... respecto de Castilla La Mancha y muchos, después, hemos seguido la estela del investigador húngaro en otros ámbitos aplicando un modelo de trabajo que a él -y a la Historia Antigua Peninsular-, desde luego, le otorgó numerosos frutos.
[4] ALFÖLDY, G.: "Augustus und die Inschriften: Tradition und Innovation. Die Geburt der imperialen Epigraphik, Gymnasium, 98, 1991, pp. 289-324. Para quien escribe estas líneas es, sin duda, uno de los mejores y más influyentes trabajos del Prof. Alföldy, un estudio sobre de qué modo Augusto contribuyó a difundir el "hábito epigráfico" (sobre él véase este vídeo: pincha aquí) y convertirlo en un fenómeno absolutamente cotidiano, en "cultura epigráfica", en la primera gran globalización de la Antigüedad Clásica. La lengua en que está escrito y la excasa difusión de la revista Heidelbergense Gymnasium en nuestro país pueden dificultar el acceso a su contenido al lector de este blog, sin embargo, parte de los ecos de ese planteamiento inspiraron, por ejemplo, el coloquio BELTRÁN LLORIS, F. (ed.): Roma y el nacimiento de la cultura epigráfica en Occidente, Zaragoza, 1995, del que no es difícil encontrar algunos de sus trabajos en la red (pincha aquí) y en el que el propio Alföldy participó.
[5] ALFÖLDY, G.: "Pietas immobilis erga principem und ihr Lohn: Öffentliche Ehrenmonumente von Senatoren in Rom während der Frühen und Hohen Kaiserzeit, en ALFÖLDY, G., y PANCIERA, S. (eds.): Inschriftliche Denkmäler als Medien der Selbstdarstellung in der römischen Welt, Stuttgart, 2001, pp. 11-46. Otro trabajo metodológicamente inexcusable del sabio húngaro que, además, introdujo y desarrolló un concepto -el de Selbstdarstellung: "auto-representación"- que nos ha ayudado a todos los epigrafistas a entender mejor la semiótica de los textos sobre soporte duro en sus contextos primarios, en los lugares en que estuvieron expuestas y dónde sólo en circunstancias especiales (en Los Bañales lo sabemos bien) suelen conservarse. Esta cuestión preocupó especialmente a Géza Alföldy en sus dos últimas décadas de trabajo y, sí, también puede seguirse la estela de la misma en algunos trabajos, e incluso en alguna sugerente entrevista, en castellano, fáciles de localizar. Como trabajo en castellano que recoge ese planteamiento puede verse "La cultura epigráfica de la Hispania romana: inscripciones, auto-representación y orden social", en Hispania. El legado de Roma, Zaragoza, 1998, pp 289-301 (un libro imprescindible, por cierto) pero, también, los vídeos, grabados en el Parque Arqueológico de Segobriga, en el otoño de 2004 (especialmente éste).

Lógicamente, estas cinco recomendaciones -más de carácter metodológico y disciplinar que epigráfico, como se ha podido comprobar- no agotan, ni mucho menos, todo lo que podría recomendarse leer de este insigne epigrafista. Quien -como el propio G. Alföldy dejó escrito en uno de los trabajos arriba citados- sienta que su corazón late más deprisa ante las inscripciones romanas y los restos arqueológicos antiguos (frase que aparece en el encabezamiento de presentación de Oppida Imperii Romani) no debería dejar de interesarse por el modo cómo esos documentos eran ordenados -primero-, descritos -después- y escudriñados -finalmente, pues ésa es la secuencia natural del trabajo de cualquier epigrafista- por este historiador. Epígrafes tan importantes como el que conmemoraba la construcción del anfiteatro Flavio por Tito (AE, 1995, 111a), como los complicadísimos del acueducto de Segovia (AE, 1997, 882, con vídeo explicativo aquí) y del arco de Medinaceli (AE, 2002, 796) o el apasionante Edicto augústeo de El Bierzo (AE, 2001, 1214) o como las últimas novedades epigráficas Segobrigenses (pincha aquí, por ejemplo) o el propio catálogo Tarraconense (pincha aquí para un extracto) podrían servir de ejemplos del genial modo que Géza Alföldy tuvo de trabajar con las inscripciones y de la capacidad inspiradora de todos sus trabajos. Requiescat in pace.