ANTIQVA TEMPORA?























El pasado día 27 de Septiembre, Viernes, tuve el enorme privilegio de dictar la lección magistral de apertura de curso en Bachillerato en el Colegio Montearagón, en Zaragoza, el mismo por cuyas aulas pasé durante once años de mi vida, al que volví durante dos cursos académicos para impartir clases de Griego -los estudiantes que entonces tuve como alumnos son hoy destacados profesores universitarios, abogados, economistas, empresarios, pensadores e incluso, sí, también políticos- y al que siempre he llevado en mi corazón. A medio camino entre la erudición clásica, la apología del mundo antiguo y el discurso motivador, preparé unas palabras que tuvieran al mundo grecorromano como verdadero telón de fondo y que reivindicaran su poder educativo. Pensé que vendrían bien para este blog y que podrían ilusionar a un público global, mayor que el que -todas las líneas de Bachillerato del citado centro, alrededor de un centenar de estudiantes y sus profesores- pudo escucharla en un, para mí, muy emotivo acto. A continuación, os ofrezco el texto íntegro de la citada lección, que titulé "Antiqua tempora?: enseñanzas para el presente en la producción historiográfica griega y romanas" y que fue seguida con mucho interés por los estudiantes y por el claustro de profesores del citado centro educativo. Un día para el recuerdo, sin duda, que quería compartir con los seguidores de Oppida Imperii Romani. Aquí os dejo el texto de la llamada -y lo digo no sin pudor- "lección magistral":

<< Distinguido Sr. director, distinguidos profesores, apreciados estudiantes,

Hace algunas semanas, al final del ya pasado y casi lejano verano, el profesor D. Jonatán Abadía me consultó sobre si estaría dispuesto a inaugurar el curso académico de Bachillerato en el Colegio Montearagón; en "mi" Colegio, pues aquí estudié y descubrí mi vocación de historiador (mucho tuvieron que ver en ello algunos de los aquí presentes y, en especial, D. José Mª Aiguabella) y siempre -y más a medida que ha ido transcurriendo el tiempo- he considerado aquellos años entre estas paredes como un periodo decisivo en mi formación humana y académica, ¡un auténtico lujo!. Fue un honor que D. Jonatán -con quien coincidí algunos años (pocos, él es bastante más joven que yo) en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza- pensara en mí y, por supuesto, no resultó nada difícil aceptar. Medité mucho el tema que presentaría ante vosotros un público, sin duda, cualificado y en el que es imposible no verme reflejado hace algo más de veinte años cuando, como vosotros, era un adolescente que encaraba la fase final de su formación colegial, aquélla que iba a llevarle a la Universidad, reto del que no estáis lejos y que, desde luego, vale la pena afrontar y más en estos tiempos aparentemente tan complejos. Y os lo dice alguien que, desde que entró a la Universidad en 1991 no ha abandonado dicha institución y la siente como algo propio; una "vocación universitaria" ésta que, también, aprendí y saboreé en los pasillos por los que ahora hemos pasado para dirigirnos a este estrado... ¡qué recuerdos!

¿De qué hablo yo a los estudiantes de Bachillerato de "mi" Colegio?, me pregunté tan pronto acepté la propuesta de D. Jonatán. En mi, aun todavía corta, carrera como investigador y profesor universitario -que es lo que, en realidad, me considero- me he ocupado de cuestiones relativas a la historia de la Hispania Romana y, en particular, a la de su urbanización, a la de la integración jurídica de sus comunidades indígenas en la órbita de Roma y a la del modo cómo las elites locales -implicándose de manera generosa y voluntaria en la gestión de aquellas comunidades, ya romanizadas- hicieron posible uno de los grandes milagros de Roma: el de sustentar su gobierno -entonces podría decirse que "mundial"- en una tupida red de ciudades, casi una constelación de "Romas en miniatura", como, en una acertada expresión, escribiría el enciclopedista Aulo Gelio avanzado el siglo II d. C. [1]. Últimamente, además, he tenido la suerte -el enorme privilegio- de "tocar" -en sentido literal- todos los componentes de esa Historia al ser el responsable científico de la excavación arqueológica de una de esas antiguas ciudades de Roma -de nombre latino aun esquivo para los historiadores-, Los Bañales de Uncastillo, en la aragonesa Comarca de las Cinco Villas cuyas ruinas, de hecho, honró con su visita este muy selecto claustro de profesores hace apenas tres meses. Sin embargo, en seguida comprendí que hablar sobre esas cuestiones podría resultar demasiado pretencioso para los objetivos de esta intervención y me persuadí, además, de que no iba a ser capaz de, en veinte minutos, resumir casi siete siglos de historia de una ciudad romana, la de Los Bañales, que cada vez me apasiona más (además de que Los Bañales resulta, para mí, algo casi "inefable": no se puede hablar de ello, es un enclave que hay que visitar y contemplar in situ). Por eso -y como ya hice en otra ocasión anterior en una apertura de curso semejante a esta, pero universitaria, en la UNED de Tudela [2]- me decidí por compartir con vosotros una reivindicación -espero que actual y, desde luego, fundamentada y sentida, aunque también necesariamente breve- de todo aquello que el mundo clásico -y en particular los textos de los historiadores griegos y romanos- puede enseñar a esta sociedad en vertiginoso cambio en la que vivimos. Me conformaré con que, al término de la misma, deis razón al aserto -que tantas veces repetimos quizás sin saber quien realmente lo hizo popular: el emperador Marco Aurelio- de que "no hay nada nuevo bajo el sol" [3] y volváis a sentir que los problemas de hoy son, en realidad, los problemas de ayer y que, efectivamente, la Historia es lux ueritatis [4].

Nuestro "viaje" -pues eso pretendo que sea, pues eso es la aventura de la investigación histórica- nos llevará por varios autores griegos y romanos -con el común denominador de que todos ejercieron, en alguna ocasión, el "oficio" de historiadores- que cubrirán un arco cronológico amplísimo que irá desde el siglo IVa. C., en el marco de una Grecia que ya no confiaba -y sometía a revisión- sus modelos políticos tradicionales, hasta el siglo IV d. C., en el contexto de una importante ciudad asiática, Antioquía, sometida a numerosas revueltas populares de diverso género, coyunturas ambas que bien nos recuerdan a las preocupaciones de la sociedad en que vivimos. Jenofonte de Atenas (431-354 a. C.), Polibio de Megalópolis (200-118 a. C.), Cicerón de Arpino (106-43 a. C.), Marco Aurelio (121-180 d. C.) y Libanio de Antioquía (314-394 d. C.), entre otros, nos acompañarán -realmente habría que decir que nos "hablarán" pues sus enseñanzas hablan en los textos y así es como los historiadores escribimos la Historia- en este recorrido que, además, tratará temas tan actuales como la calidad en la educación (I), el liderazgo en el gobierno de personas (II), la honestidad en la vida pública y en la política (III), el sentido trascendente de la vida (IV) y la -hoy la llamaríamos así- "memoria histórica" (V)...

I. Disciplina, constancia, esfuerzo, perseverancia, concentración, profesionalidad y un gran amor a las cosas pequeñas -no por un estéril perfeccionismo sino como vía para, poniendo mucho amor en lo que hacemos, descubrir ese "algo divino que en los detalles se encierra" [5]- son valores que se transmiten en los pasillos de este Colegio y que veis, además, encarnados en los que ahora son vuestros maestros. Quizás hoy resultan valores erróneamente considerados como arcaicos, anticuados, trasnochados, de otra época. En realidad, nunca han estado de moda pero los grandes maestros los han subrayado, siempre, desde la Antigüedad Clásica, como las claves para una buena educación, para eso que hoy llamaríamos -y con todas las letras-, una educación de calidad. Libanio de Antioquía, un reputado maestro de retórica clásica de finales de la Antigüedad, insistía en que "conocer al vecino [al compañero de estudios] no menos que a uno mismo" -la verdadera amistad, por tanto-, profesar devoción y gratitud a los maestros, y tener verdaderos deseos de aprender evitando, además, la desidia [6] eran los ingredientes necesarios para consolidar una buena formación académica en la juventud precisamente en la decisiva edad en que estáis ahora vosotros, queridos estudiantes. Claro que, como la historia se repite, también el rétor Libanio describía comportamientos opuestos a éstos y que, a veces, también vemos en nuestras aulas..., aunque estoy convencido que no en las de este colegio... Bueno, seguro que, a veces, también (por lo menos si preguntamos a vuestros profesores)... Escribe Libanio: "Cuando empiezo a hablar y hacer mi explicación, se producen entre los estudiantes frecuentes intercambios de señales sobre aurigas, actores, caballos y bailarines y otros muchos también sobre el combate que ha tenido o va a tener lugar. Algunos hasta llegan más lejos y permanecen de pie como estatuas de mármol, como una muñeca apoyada sobre la otra. Otros no paran de molestarse las narices con una y otra mano (...) No faltan quienes tienen bastante con mirar las plantas o con charlar de lo que se les antoje, pues ello les resulta más agradable que prestar atención al maestro" y se lamentaba: "vosotros, al momento [del discurso, de la clase, del aprendizaje] os dedicáis a vuestras canciones, que os sabéis perfectamente de memoria, y entregáis al olvido a Demóstenes, igual da que esté escrito al final que al principio" [7]. Compañerismo, deseos de aprender, verdadera pasión, respeto e ilusión -verdadera vocación- eran pues reclamados como valores básicos en la educación romana [8] valores que, de hecho, eran exigidos como esenciales, también, en quien -con el permanente estandarte de la honestidad [9]- quería dedicarse al servicio público, a la política, al gobierno. De ello vamos a hablar a continuación.

II. Para ello, para hablar de política, de buen gobierno, del "noble arte de servir", vamos ahora a retrotraernos casi ocho siglos, a una Grecia todavía sobrecogida por el conflicto civil que, entre los años 431 y 404 a. C., se dio entre los dos grandes estados del momento, Atenas y Esparta. Uno de los grandes historiadores de esa generación posterior a las llamadas Guerras del Peloponeso, Jenofonte, miraba entonces a Persia -la tradicional y ancestral rival de los griegos- para encontrar en ella un modelo de buen gobernante, un paradigma del buen gobiernoCiro II el Grande (600-530 a. C.), el fundador del imperio Persa. En un tratado específico -la denominada Ciropedia- el historiador griego subrayaba que el "conocimiento", el "deseo de aprender", la "proactividad", el "autoconocimiento" y la "honestidad", la "capacidad de trabajo" -"el gobernante se tiene que distinguir de sus gobernados no por su vida muelle sino por su previsión y celo en el trabajo", escribe [10]-, y la "capacidad de imprimir esperanza en las personas" [11] constituyen las cualidades básicas de quien, de verdad, quiera ejercer su liderazgo en el gobierno de personas y pienso que, también, de quien quiera enriquecerse, de verdad, con el contacto con otros, de quien quiera crecer con los demás. Más aun, Jenofonte sentenciaba que esforzarse por los compañeros y "mostrar que se comparte su alegría en los éxitos y su pena en las desgracias" [12] constituye un horizonte de comportamiento infalible en la gestión de personas. Podrían, desde luego, citarse más consejos y, también, muchos otros personajes históricos -ya imitados durante la misma Antigüedad- que aportasen luces y modelos a la difícil tarea de trabajar con personas -también velando por su formación y aprendizaje, como  hacéis vosotros, queridos y meritorios profesores- [13] pero, desde luego, en una sociedad como la nuestra -en la que la tan manida crisis se presenta como algo "global" como si fuese ajeno a nosotros y como si nada pudiésemos hacer por transformarla- todos podemos encontrar, en estas palabras, un estímulo -casi una check list de comportamientos- para mejorar, en nuestro entorno, y para, a partir de nuestro propio quehacer cotidiano, transformar esa sociedad que parece tambalearse quizás porque ha dado la espalda -hace tiempo- a valores que forman parte básica de las raíces de la cultura occidental valores que, sin embargo, siguen siendo esenciales en la formación que se imparte en el Colegio Montearagón. También en eso tenéis que sentir que sois unos auténticos privilegiados.

III. En los últimos meses, gracias, sin duda, a una algo oportunista noticia de prensa [14], han circulado profusamente por las redes sociales -quién lo diría tras veinte siglos-, algunas frases que, respecto de la honestidad en la vida pública y en el gobierno, acuñó uno de los grandes prohombres de la República Romana -estamos, pues, en la década de los 50 y 40 del siglo I a. C.-, uno de los grandes del pensamiento político e historiográfico universal, Cicerón [15]. La literatura política romana -y en general la clásica [16]- defendían que "el gobierno (...) era cosa con la que uno debe cargar en función de servicio y no por el afán de tener premios o fama" [17] y subrayaba que la virtud era la que, realmente, debía presidir la acción de gobierno [18], la que debía caracterizar el temperamento del rector rerum publicarum -"el moderador de los asuntos públicos" [19]- prisma desde el que se entienden consejos como la necesidad de adecuar las leyes del Estado a la ley natural [20], la recomendación de que el ejercicio del liderazgo político debe descansar sobre un adecuado respeto a la tradición y a las instituciones políticas públicas [21] y sobre un profundo respeto a los derechos individuales [22], la advertencia de que iniusta bella sunt quae sunt sine caussa, es decir, que debe huirse de la guerra injusta, de la guerra sin motivo [23], o la admonición de que el Estado debe vigilar y castigar duramente la corrupción [24]. Huelga incidir aquí en la utilidad y actualidad de todos y cada uno de ellos y en el provecho que podemos -todos, en nuestro ámbito de acción cotidiana- sacar de ellos.

IV. El propio Cicerón afirmaba que el pueblo romano fue uno de los más piadosos y religiosos del mundo antiguo [25]. A veces, incluso separado de su dimensión espiritual, el sentido trascendente de la vida, la reflexión sobre la huella -el poso- que tenemos que dejar en este mundo y sobre el fruto postrero de nuestras acciones fue una de las preocupaciones esenciales de la filosofía romana y quizás fue Marco Aurelio -y resulta curioso que esos pensamientos provengan de alguien que persiguió a los cristianos-, el gran emperador filósofo filoheleno -parte de ese espíritu se ha glosado muy bien en la corta aparición en escena de este emperador en la exitosa película Gladiator [26]- quien más claro presentó el tema estimulándonos a, mientras estamos en este mundo, obviar "las cosas muy apreciadas durante la vida" porque "son vacías, podridas, pequeñas, cachorrillos que se mordisquean y críos con ganas de riña que se ríen y al momento lloran" y a apostar por el ejercicio de "la confianza (...), la justicia, la verdad (...) por ser piadosos y honrar a los dioses, por hacer el bien a los hombres y por soportarlos" [27], todo un programa de vida que, desde luego, es una llamada a, de verdad, relativizar gran parte de nuestras preocupaciones de este mundo y, como el propio emperador afirmaba, tratar de depositar nuestra vida en manos de los "dioses" [28] algo que, desde luego, también aprendéis en este Colegio y que, seguramente, será de lo más valioso de cuanto se os enseñe entre estas paredes. Efectivamente, también, de lo más trascendente. Un sentido éste -el de la trascendencia- del que también está muy necesitada nuestra sociedad y que, desde luego, vosotros, podéis contribuir ya a aportar a todos los que os rodean. Y fijaos que no es éste un principio exclusivamente religioso sino que el verdadero sentido trascendente va más allá y nos empuja a, de verdad, plantearnos cada día como una vida en miniatura y como una oportunidad de construir nuestro futuro hacia una "vida lograda" [29]. Cierto que en esto, también la fe ayuda haciendo que "lo más intrascendente de las acciones diarias rebose de la trascendencia de Dios" [30], como tantas veces habéis oído aquí, en Montearagón.

V. Volviendo al terreno político, y a Cicerón, éste -en su turbulenta y convulsa época- se lamentaba de que las viejas costumbres de los buenos tiempos no sólo no se practicaban entre sus contemporáneos sino que, además, ni siquiera se conocían [31], un problema que, desde luego, nos suena también a cotidiano. La reivindicación del valor de la Historia y de la adecuada gestión de la memoria -como elemento formativo, pedagógico- se ha hecho pocas veces tan evidente como en la pragmática sociedad romana. Y un historiador como yo ha de terminar -cómo no- hablando de Historia, defendiendo la Historia. Recordar los hechos del pasado, estudiar sus porqués y profundizar en su adecuada interpretación tratando, además, de conseguir -con frase de Heródoto de Halicarnaso (484-425 a. C.)- evitar que "con el tiempo se olviden los hechos de los hombres y que las gestas importantes y admirables acometidas (...) carezcan de celebridad" [32] resulta una aventura altamente apasionante que tiene, desde luego, sabor de trascendencia. Queráis o no dedicaros a ella -desde luego, hacen falta en nuestro mundo, y, en especial, en nuestras Universidades, que deben de verdad ser, en palabras del Papa Emérito Benedicto XVI "esa casa donde se busca la verdad propia de la persona humana" [33], jóvenes comprometidos con el hermoso reto de ilusionar y formar en el bien a otros jóvenes- sabed que, como escribió Polibio en su célebre "Elogio de la Historia", "no existe enseñanza más clara que el conocimiento de los hechos pretéritos" [34]. En ellos encontraréis comportamientos que emular y otros que evitar, personajes con los que ilusionaros, pensamientos con los que madurar y enigmas -a veces literalmente enterrados, como en Los Bañales- que harán latir más deprisa vuestro corazón y que, además, os posicionarán ante muchos de los valores que se han esgrimido en esta lección ayudando, además, a que descubráis cómo apenas hemos cambiado en tantos y tantos siglos de aparente progreso y evolución y que, en definitiva, el espíritu humano sigue -hoy, como siempre- haciendo frente a los mismos problemas. Por encima, pues, de orientaciones curriculares y de las exigencias de vuestro perfil académico, prestad en vuestra formación especial atención a la Historia -y con ella también a la Filosofía, a las Lenguas Clásicas, a la Historia del Arte, a la Historia de la Literatura y a todas las disciplinas que, en definitiva, os habiliten a conocer aquello que el hombre es y ha hecho a través del tiempo- pues la Historia, como resumía Cicerón en una frase ya célebre, es un excelente colofón a vuestra madurez: "Desconocer qué es lo que ha ocurrido antes de nuestro nacimiento es ser siempre un niño. ¿Qué es, en efecto, la vida de un hombre, si no se une a la vida de sus antepasados mediante el recuerdo de los hechos antiguos?" [35].

Es momento de terminar nuestro recorrido por estas enseñanzas de la historiografía grecolatina [36] y, con él, terminar también esta lección inaugural del curso en Bachillerato. Ya veis que, efectivamente, esos "tiempos antiguos", esos antiqua tempora no son, en realidad, tiempos superados, tiempos arcaicos que haya que olvidar. Al contrario, son una permanente fuente de recursos, un legado cultural e intelectual en el que, además, obtener ejemplos de perseverancia para acometer "con pasión" cualquier empresa -ya los clásicos reconocían que ésa era la clave del éxito [37]-, un tiempo realmente vivo al que -a través del legado de los personajes que los vivieron y que nos han transmitido su experiencia- podréis volver siempre que queráis con la seguridad de que hallaréis respuesta a muchas de vuestras inquietudes. Probad, si no, siempre que así lo deseéis.

Muchísimas gracias >>


[1] Aulo Gelio, Noches Áticas, 16, 13, 8 (ver texto latino aquí).
[2] Véase Andreu, J.: La Historia, magistra uitae: una reivindicación de su utilidad desde la óptica de la Antigüedad Clásica, UNED de Tudela, Tudela de Navarra, 2006.
[3] Marco Aurelio, Meditaciones, 7, 1.
[4] Cicerón, Sobre el Orador, 2, 36 (ver texto latino aquí).
[5] San Josemaría Escrivá, "Amar al mundo apasionadamente (Homilía pronunciada el 8 de mayo de 1967 en el Campus de la Universidad de Navarra)", en Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, Rialp, Madrid, 1968, 121 (ver texto completo aquí).
[6] Libanio, Discursos, 2, 3, 3, 8, 9 y 11.
[7] Libanio, Discursos, 2, 3, 12-14 y 2, 3, 18.
[8] Al respecto, puede verse la miscelánea de Too, Y. L. (ed.): Education in Greek and Roman Antiquity, Brill, Leiden-Boston-Colonia, 2001, con bibliografía.
[9] En los tiempos que corren tal vez resulte irresistible reproducir algunas palabras de otro discurso de Libanio (Discursos, 7) titulado "Que enriquecerse de modo injusto es una desgracia mayor que ser pobre" en el que el rétor de Antioquía concluye: "porque no hay duda de que mucho peor que dormir en un cúmulo de inmundicias en compañía de los perros, es hacerlo en argénteos lechos no adquiridos de forma legítima" (Discursos, 7, 8).
[10] Jenofonte, Ciropedia, 1, 6, 8.
[11] Jenofonte, Ciropedia, 1, 1, 3; 1, 2, 3; 1, 2, 4; 1, 6, 5; y 1, 6, 19 respectivamente.
[12] Jenofonte, Ciropedia, 8, 2.
[13] Sobre este tema del mundo clásico como poseedor de paradigmas para el buen gobierno puede verse el ya clásico -y varias veces reeditado- trabajo de Fernández Aguado, J.: Management, la enseñanza de los Clásicos: paradigmas y anécdotas empresariales, Ariel, Madrid, 2003 (un artículo sobre el tema, de este mismo autor, publicado en la Revista Empresa y Humanismo, 5-1/2, 2004, pp. 57-76 puede descargarse desde aquí) y, muy recientemente, el excelente Roma, escuela de directivos, LID Editorial, Madrid, 2011. Nosotros mismos nos ocupamos del tema, con bibliografía, en Andreu, J.: "Competencias directivas: el oráculo de los clásicos", en Actas del XI Congreso Español de Estudios Clásicos. Vol I. (Santiago de Compostela, 2004), SEEC, Alcalá de Henares, 2005, pp. 683-690 y en "Introducción. Una herramienta de raíces clásicas en el centro de nuestras organizaciones empresariales", en Forjadores de Líderes, LID Editorial, Madrid, 2007, pp. 17-27.
[14] Torrús, A.: "Diez consejos de Cicerón a Mariano Rajoy", Público, 7 de Septiembre de 2013 que, dicho sea de paso, se queda con lo que le interesa de los consejos de Cicerón. Curiosamente, para quienes, en los últimos meses, han hecho de la "revuelta" y del "descrédito" -así como del "absentismo político"- su bandera reivindicativa, Cicerón advertía que "la unión de la masa es tan tiránica como la tiranía de una sola persona y aún más terrible pues no hay bestia más abominable que esa que tiene aparentemente el nombre de popular" (Cicerón, Sobre la República, 3, 45, ver texto latino aquí).
[15] Un análisis de parte de ese pensamiento ha tenido notable eco en prensa gracias a la publicación en castellano del volumen de Freeman, Ph.: Cómo gobernar un país. Una guía antigua para políticos modernos, Barcelona, Crítica, 2013, que ha vuelto a poner de moda el pensamiento del Arpinate a través de una bien trabajada antología que, sin embargo, cómo decíamos más arriba (véas nota 14) se ha hecho célebre por el uso algo tendencioso que de ella han hecho determinados blogueros y periodistas.
[16] Véase, sobre esta cuestión, con bibliografía, el reciente trabajo de López Barja, P.: Imperio legítimo: el pensamiento político romano en tiempos de Cicerón, Antonio Machado Libros, Madrid, 2007.
[17] Cicerón, Sobre la República, 1, 27 (ver texto latino aquí).
[18] Cicerón, Sobre la República, 1, 52 (ver texto latino aquí).
[19] Cicerón, Sobre la República, 5, 6 (ver texto latino aquí).
[20] Cicerón, Las Leyes, 3, 2-3 (ver texto latino aquí).
[21] Cicerón, En defensa de Sextio, 98-100.
[22] Cicerón, Sobre los deberes, 2, 72 (ver texto latino aquí).
[23] Cicerón, Sobre la República, 3, 34.
[24] Cicerón, Verrinas, 2, 5, 183 (ver texto latino aquí).
[25] Cicerón, Sobre el responso de los harúspices, 9, 19 (ver texto latino aquí).
[26] Sobre los usos pedagógicos de esta película puede verse Bock, L. de y Lillo, F.: Guía didáctica de Gladiator (R. Scott, 2000), Librería Aúrea, Madrid, 2004. Resulta fundamental, en materia de usos didácticos del cine "de romanos" e historicidad de éste, seguir el Blog de Fernando Lillo Redonet.
[27] Marco Aurelio, Meditaciones, 5, 33.
[28] Marco Aurelio, Meditaciones, 4, 31.
[29] Véase el clásico trabajo de Llano, A.: La vida lograda, Ariel, Madrid, 2002.
[3] San Josemaría Escrivá, "Amar al mundo apasionadamente (Homilía pronunciada el 8 de mayo de 1967 en el Campus de la Universidad de Navarra)", en Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, Rialp, Madrid, 1968, 116.
[31] Cicerón, Sobre la República, 5, 2 (ver texto latino aquí).
[32] Heródoto, Historia, 1, 1.
[33] Benedicto XVI, Discurso a los jóvenes profesores universitarios (El Escorial, 19 de Agosto de 2011).
[34] Polibio, Historias, 1, 1.
[35] Cicerón, El Orador, 120 (ver texto latino aquí).
[36] La lectura de los textos de los clásicos aquí empleados como base para esta lección de apertura de curso es, desde luego, un ejercicio altamente recomendable para cualquiera que acceda a estas líneas. Existen, lógicamente, traducciones al castellano totalmente solventes de cada uno de ellos de igual modo que, como se ha visto, gran parte de los textos originales -especialmente los latinos- están disponibles online. Así, por orden de aparición recomendamos la traducción de Á. González Gálvez (Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 2001) para el texto de Libanio de Antioquía, la de A. Vegas Sansalvador (Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1987) para la Ciropedia de Jenofonte, la de Á. D'Ors (Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1984) para el Sobre la República de Cicerón, la selección y traducción de Ph. Freeman (Crítica, Madrid, 2013) para los pasajes ciceronianos sobre el gobierno del Estado, la de F. Cortés y M. J. Rodríguez Gervás (Cátedra Letras Universales, Madrid, 2001) para Marco Aurelio y la de A. Díaz Tejera y M. Balasch (Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1981) para Polibio que, además, son las que, respectivamente, se han seguido para las fragmentos aquí presentados.
[37] Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 3, 8.



CATINA (Catania)



















[Sobre estas líneas, dos de las visitas inexcusables a la Catina romana, el espectacular anfiteatro y el teatro, ambos, como casi todos los vestigios arqueológicos sicilianos, totalmente imponentes. Para descargar una documentada guía sobre la Catania Arqueológica, que citamos más abajo, pincha aquí]

Situación: Para el amante del mundo clásico y de la Arqueología Clásica, Sicilia es presentada, muchas veces, como un paraíso. Y, ciertamente, lo es. La magnitud de muchas de las construcciones antiguas conservadas -basta echar un vistazo a cualquier fotografía de los "parques arqueológicos" de Selinunte o de Agrigento- permiten al visitante comprender el poder que muchas de las ciudades antiguas instaladas en la isla llegaron a alcanzar y, también, interrogarse sobre las circunstancias que llevaron a la ruina tales centros. Pero, esta afirmación precisa de una matización clara, Sicilia -como de hecho asegurará cualquier siciliano- es, fundamentalmente, Magna Graecia (uno de los primeros espacios colonizados en Occidente por los griegos) y el turismo arqueológico y el valor identitario de su patrimonio cultural está volcado, fundamentalmente, a exaltar su pasado heleno. Quien espere ver grandes yacimientos arqueológicos romanos se ha equivocado, evidentemente, de lugar y, tal vez, deba quedarse en torno a Nápoles, sin cruzar el estrecho. En Sicilia, absolutamente romano y en el marco de los grandes circuitos turísticos, apenas pueden verse, el sensacional e impactante conjunto de la Villa del Casale de Piazza Armerina -visita obligada: ¡sobresaliente!- y, precisamente, los repartidos pero impresionantes restos de la Catina romana, la sucesora de la Katané griega, solar actual de Catania. Y a fe, desde luego, que son dos visitas que valen muchísimo la pena, incluida la que centra este post que, quizás eclipsada por los atractivos del entorno de esta ciudad de la costa oriental siciliana (el Etna, Taormina, Giardini Naxos, Siracusa...), es un paseo arqueológico que vale la pena dar. En cualquier caso, el visitante debe tener en cuenta, respecto del patrimonio arqueológico siciliano, las recomendaciones que, no hace mucho -apenas regresamos de nuestro "arqueoviaje" por la isla- dejamos en otro lugar de este blog (pincha aquí).
Acceso: Ubicada en la parte central de la costa oriental de Sicilia, Catania es una populosa y -como casi todas las ciudades de la isla- sucia -muy sucia- ciudad italiana que vive, fundamentalmente, del turismo y de su excelente posición estratégica en el Mediterráneo, posición singular que, desde luego, ya debieron reconocerle los griegos que -según noticia de Plutarco (Plut. Dio, 54, 4, pasaje en el que el autor de Cheronea relaciona el topónimo con un término griego homónimo que significa "ralladura" y que aludiría al perfil de su suelo, de naturaleza volcánica dada la proximidad del Etna)- la eligieron como emplazamiento de una colonia en el siglo VIII a. C. Hoy es una moderna ciudad que concentra en su núcleo urbano casi 300.000 habitantes, que llegan prácticamente a los 700.000 si se tiene en cuenta su dinámica área de influencia que alcanzaría, prácticamente, hasta la vecina Enna, donde el turista "filoromano" no debe perderse los restos del templo de Ceres del que habló Cicerón, que estuvo en dicha ciudad, en el In Verrem. No lejos de Messina, punto de acceso de millares de turistas a la isla, Catania es, fundamentalmente, accesible a través de su Aeroporto Internazionale que -dada la existencia de un segundo aeropuerto de idéntico calado al otro lado de la isla, en Palermo, el Aeroporto Falcone e Borsellino- permite, además, a los turistas españoles combinar su paso por Sicilia accediendo por un lado de la isla y saliendo por el otro. Un viaje como ése, naturalmente, de no hacerse en un pack organizado con autocar o de no disponer de dinero suficiente -¡mucho!- para contratar un taxi, exige al visitante el esfuerzo de alquilar un coche y conducir por las carreteras sicilianas y, especialmente, penetrar en los cascos históricos de sus ciudades. Éstos, normalmente -quizás más en la parte occidental de la isla (por ejemplo en Palermo)- son auténticas junglas donde se impone siempre el más rápido y, casi siempre, además, el menos precavido, el más imprudente. Sin embargo, alquilar un coche es, a día de hoy, la mejor forma de recorrer las maravillas arqueológicas sicilianas por más que el interior de las ciudades -y la ruta arqueológica que proponemos por la Catina romana en este post puede, perfectamente, hacerse a pie en apenas tres o cuatro horas- sea mejor "patearlo" como peatones (además de que existen notables restricciones de aparcamiento en el interior de los cascos urbanos) que padecerlo como conductores.
Tipología: Con estatuto colonial (Str. 6, 2, 3-4, Cass. Dio, 54, 7 y Plin. Nat. 3, 88 y 89) desde, al menos, época de Augusto -seguramente en el marco del reconocimiento por Octaviano del papel jugado por la ciudad en la guerra contra Sexto Pompeyo (ese estatuto está citado también en las inscripciones, por ejemplo en AE, 1984, 180 donde se cita a un individuo ex colonia Catinense)- Catina es profusamente citada en las fuentes antiguas tanto en relación a las continuas erupciones del vecino volcán Etna (Diod. 11, 13, 16, 19, 22 y 24) como, por supuesto, en relación al proceso ciceroniano contra Verres, el histórico gobernador de Sicilia (80-78 a. C.) (Cic. Verr. 3, 191 -donde insiste en su excelente y admirable producción triguera- o 4, 50 -donde se la califica de oppidum locuples, honestum, copiosum, es decir, de "ciudad rica, honesta, bien abastecida"-). Además de esta singular información aportada por las fuentes literarias, también la documentación epigráfica -algo que echará de menos el visitante a Catania pues apenas ninguna de estas inscripciones puede verse en los pequeños museos instalados en algunos de los espacios visitables como, por ejemplo, el del teatro y sólo algunas se exponen en el Museo Civico Castelo Ursino, poco recomendado en guías y catálogos turísticos de la ciudad- aporta información sobre la colonia. No puede ser de otro modo cuando de Catania proceden alrededor de 700 inscripciones -bastante más, por cierto, que las que se inventariaron, en su día, en el CIL, X- con las que, como sucede siempre con la documentación epigráfica, se puede escudriñar notablemente la historia y el perfil social, político y económico del lugar. Además, existe una publicación reciente (KORHONEN, K.: Le iscrizioni del Museo Civico di Catania, Tamisaari, 2004 cuyas imágenes, además, debidamente catalogadas, están disponibles en red, aquí) que se ha ocupado de recoger ese repertorio y que resulta, por tanto, muy recomendable. Sintetizando lo básico de esa información, puede resaltarse que, Catina, como tal colonia, fue punto de llegada de inmigrantes procedentes de diversos rincones del Imperio, por ejemplo, un macedonio -Flauius Meiouius (CIL, X, 1089)-, incluso un Emeritense -de Augusta Emerita- M. Iulius Sedatus (AE, 1897, 132). Además, su intensa actividad económica permitió el desarrollo y la promoción de un buen número de libertos (CIL, I, 2420, CIL, X, 7063 y 8061, AE, 1933, 28, etcétera) y la presencia de un buen número de personajes de rango y carácter senatoriales -como el Xuir de AE, 1984, 438, el quaestor Q. Lutatius de CIL, X, 7026, el u(ir) c(larissimus) Flauius Vrsinus que pagó la restauración de un ninfeo en época tardía en CIL, X, 7017 u otro citado en CIL, X, 7020, el proconsul Q. Lusius Laberius que contribuyó a la monumentalización de la colonina con la construcción de unas termas en CIL, X, 7018-, circunstancia esa de su dinamismo comercial que mucho tuvo que ver, también, con el arraigo del primitivo cristianismo del que el catálogo epigráfico Catanense es especialmente prolijo (pincha aquí para una colección de ejemplos en imágenes, muy útil).
Descripción: Recorrer los atractivos arqueológicos de Catania resulta, desde luego, sencillo y supone, además, una excelente ocasión para dar un paseo que recorra las principales arterias de la ciudad teniendo como centro la Piazza Duomo, justo frente a la hermosa Catedral de Santa Águeda, la patrona local, mártir del primitivo cristianismo (pincha aquí para, al margen de su dimensión popular como protectora de las mujeres, conocer su vida y las fuentes que sobre ella nos informan). Como base para ese paseo, el viajero podrá tomar como arteria principal la Vía Etnea, al pie de la fuente del elefante cuyo obelisco, al parecer, perteneció al antiguo circo romano de la ciudad. Al final de la misma, donde ésta corta con el Corso Sicilia, se alzan imponentes, al pie de la Chiesa di San Bagio, los hermosos restos del anfiteatro, seguramente, con el de Siracusa, uno de los más imponentes anfiteatros romanos del Sur de Italia. Este monumento, -sobre una superficie total de casi 14.000 m2 y con un alzado del que ya se han hecho recreaciones 3D (pincha aquí)- que fue mayoritariamente edificado en roca volcánica y que fue desprovisto de su decoración suntuaria durante la Antigüedad Tardía -aun así, pueden todavía verse lastras y columnas marmóreas apoyadas sobre la antigua arena del conjunto, desde la Vía Neve- parece se edificó en época antonina, entre Adriano y Antonino Pío, sufriendo los efectos de una erupción del Etna en el siglo III d. C., hacia el 252-253 d. C. Según parece debía estar ya en desuso en la tardoantigüedad (sobre ésta en Catania puede consultarse SORACI, R.: "Catania in età tardoantica", Quaderni Catanesi di Cultura Classica e Medievale, 3, 1991, pp. 251-270 una revista a tener en cuenta en relación a la bibliografía sobre la ciudad) hacia el siglo V. d. C. (para una explicación detallada del anfiteatro y, sobre todo, para una visita panorámica 360º pincha en la sección correspondiente a Catania de ItalyGuides o en este enlace con fotografías: pincha aquí). Desde el anfiteatro, bien descendiendo por la Via Etnea o por la paralela, Via Crociferri -en la que han hallado importantes restos arqueológicos del urbanismo local incluyendo restos del sistema de abastecimiento de aguas-, el visitante alcanza los espectaculares -y un tanto descuidados- restos del teatro en los que el viajero puede hacerse una idea extraordinaria y muy clara de los sistemas constructivos empleados por Roma en este tipo de edificios ya que puede recorrer todas y cada una de las galerías de la cavea, el "graderío" -repletas, además, de espectacular material ornamental acumulado en un estado de cierto abandono- y contemplar -incomprensiblemente inundada de agua- el embellecimiento con mármoles de la orchestra, en la parte baja punto desde el que la panorámica del edificio es, sencillamente, sensacional (ver una de las fotos que preside este post). Para hacerse cargo de la importancia de este edificio -construido hacia el siglo II d. C. reformando una construcción anterior y con una capacidad estimada de 5.000 espectadores- se recomienda visitarlo no sólo accediendo a él por la Via Vittorio Emmanuelle II sino por la Via del Teatro Greco donde puede verse la parte exterior del alzado del monumental conjunto, no lejos, además de otro de los atractivos de la ciudad, uno de los dos conjuntos termales que en ella pueden visitarse (para una galería fotográfica del teatro, pincha aquí). Efectivamente, en la Piazza di San Francesco di Assisi, las primeras, y en la Piazza Curro, al otro lado del popular Fish Market y en una zona ya algo marginal, las segundas, se encuentran las denominadas Terme della Rotonda y las Terme dell'Indirizzo. Las primeras, camufladas en la estructura posterior de la Chiesa di Santa Maria della Rotonda y con horario de visita -como el anfiteatro y el teatro (para éstos resulta útil consultar la página de la Regione Siciliana/Assesorato dei Beni Culturali)- parece nos ofrecen una sucesión de fases que llevaría al edificio desde un primer momento en el siglo I d. C. a uno segundo de embellecimiento y de reforma a partir del siglo III d. C., un momento que, a juzgar por la epigrafía (véase, por ejemplo CIL, X, 7024 que alude a unos porticus [conlapsae] -unos "pórticos arruinados"- y a diversas obras de reestructuración en los agri in territorio Aetnense, es decir, "en los campos en torno al Etna") parece que registró un cierto fervor constructivo, tal vez consecuencia de las catástrofes volcánicas registradas a comienzos de la década de los cincuenta de la citada centuria. El visitante disfrutará -como sucede en el teatro y en el anfiteatro- contemplando el extraordinario estado de conservación de todo el embellecimiento marmóreo de suelos y paredes de cada una de las estancias. Menos vistosas en el interior, pero sí externamente, son las otras termas de la ciudad, las denominadas dell'Indirizzo, adscritas también al Parco Archeologico Greco-Romano di Catania, de las que se conserva sólo la cubierta de una de las estancias y la cimentación de otra -caldarium y frigidarium-, pues el conjunto fue aprovechado más tarde en la construcción de la Chiesa di Santa Maria dell Indirizzo. Sí se recomienda al visitante que se acerque a éstas mientras el mercado de pescado instalado en uno de los costados de la Piazza del Duomo esté en funcionamiento y la zona tenga animación, es una zona ya un poco marginal del casco histórico.
Bibliografía: Cuando uno se enfrenta a un post que no trata una ciudad hispana -normalmente las más frecuentes en este blog y, además, aquéllas sobre las que escribir y documentarse resulta, para quien firma estas líneas, más sencillo- dos son las herramientas básicas que pueden manejarse -y el consejo resultará útil también para estudiantes e investigadores que tengan que acometer retos semejantes- si se pretende conocer en detalle las fuentes antiguas que aludieron a la ciudad en cuestión -en este caso a la Catina romana- y, también, lo más reciente de la bibliografía vertida sobre ella junto con los títulos clásicos. Esas dos obras son, por orden, el volumen correspondiente a Sicilia del Corpus Inscriptionum Latinarum (MOMMSEN, Th.: Corpus Inscriptionum Latinarum. X. Inscriptiones Bruttiorum, Lucaniae, Campaniae, Siciliae, Sardiniae Latinae. Pars Posterior. Inscriptiones Latinae et Sardiniae comprehendens, Berlín, 1883, pp. 720-730, páginas que el lector podrá ir visualizando a través del siguiente enlace cambiando, oportunamente, la numeración en la barra de navegación: aquí) y la poco conocida -y tristemente aun menos manejada actualmente por los estudiantes universitarios- enciclopedia alemana Pauly-Wissowa (FALCO, G., y ZIEGLER, K.: "Katane", en Der Neue Pauly. Enzyklopädie der Antike. Band 6, Stuttgart-Weimar, 1999, cols. 337-338). A través de ambos textos el lector puede, cuando menos, hacerse una idea inicial desde la que comenzar sus búsquedas y enfocar su investigación o su síntesis (para el uso de estos y otros recursos y para descubrir otros recomendamos la consulta de nuestro trabajo ANDREU, J.: "Repertorios, obras monumentales y colecciones de referencia en la investigación en Ciencias de la Antigüedad", en PERÉX, Mª J. (coord.): Métodos y Técnicas de Investigación Histórica. I, UNED, Madrid, 2013, pp. 657-674 además de un viejo post de este blog en el que, en la etiqueta de "Instrumenta", hacíamos acopio de algunos útiles recursos digitales para el investigador: pincha aquí). Así, la praefatio consagrada a Catina por Th. Mommsen en el CIL, X comienza con un notable y pormenorizado recorrido por las fuentes antiguas que aluden a esta ciuitas para, poco después, hacer un detallado estudio de la información que nos aportan algunas de sus inscripciones, como nosotros hicimos, también, más arriba inscripciones que, lógicamente, se recogen en las páginas indicadas. Por su parte, la voz correspondiente a Catina en la Neue Pauly -versión actualizada de la Realencyclopäedie der Classischen Altertumswissenschaft- complementa esos datos de Th. Mommsen con las fuentes griegas -que, lógicamente, aquí no recogemos- y con bibliografía reciente. Además, un panorama general sobre Sicilia en el Alto Imperio puede obtenerse del cuadro trazado por PURCELL, N.: "Rome and Italy", en The Cambridge Ancient History. Second Edition. IX. The High Empire, A. D. 70-192, Cambridge University Press, Cambridge, pp. 415-444 otra de esas colecciones de referencia -la CAH- que todo amante del mundo antiguo debe manejar y que, además, está ahora disponible online: pincha aquí. De igual modo, por su parte, hay información solvente sobre esta provincia en la página correspondiente a ella -pincha aquí- de la UNRV History o en la que le dedica la también útil Livius, aquí. Algunos de los monumentos que han sido tratados más arriba cuentan con publicaciones específicas como SPOSITO, C.: L'anfiteatro romano di Catania, Palermo, 2003 o las que, a propósito del teatro y del repertorio epigráfico, fueron citadas más arriba y, por supuesto, se puede encontrar más información sobre el lugar y sobre sus monumentos en las clásicas guías arqueológicas sicilianas de GOLDSBERRY, M.: Sicily and its cities in Hellenistic and Roman Times, Chapel Hill, 1973, de GUIDO, M.: Sicily: an archaeological guide, Londres, 1977 y, sobre todo, de WILSON, R. J.: Sicily under the Roman Empire. The Archaegoloy of a Roman Province (36 BC-AD 535), Warminster, 1990. Puede resultar útil seguir de cerca la bibliografía aportada por GENTILI, B. (ed.): Catania Antica, Pisa-Roma, 1996, en especial el capítulo de WILSON, R. J.: "La topografia della Catania Romana. Problemi e prospettive", pp. 161-172 donde se explica muy bien -además de en la guía del Parco Archeologico, enlazada más arriba, bajo las fotografías- cómo se organizaba la trama urbana de la colonia Catinensis.
Recursos en internet: Muy documentado en la Wikipedia -tanto española como italiana, tal como se ha visto en la sección de "Descripción" donde hemos enlazado a esa enciclopedia en cada uno de los restos cuya visita recomendamos-, con una sencilla guía en pdf accesible desde la página del Parco Archeologico Greco-Romano di Catania (pincha aquí) y, por supuesto, con su correspondiente ficha en el siempre útil banco de datos del Pelagios Project, el pasado romano de Catania cuenta con algunos recursos en red ciertamente recomendables aunque no muy numerosos. Por ejemplo, el blog de viajes de Nigel Nicholson (pincha aquí) ofrece una buena galería de fotos y algunos textos antiguos alusivos a Catina; la documentadísima página Roman Heritage -que merece la pena ser vista con detenimiento- ofrece en su sección italiana (pincha aquí) algunas fotografías de cada uno de los enclaves arqueológicos sicilianos más conocidos y, por supuesto, también de la antigua Catina. Por último, la página de Italy Attractionsla Guía de Sicilia y, sobre todo, la sección consagrada a la Catania Griega, Romana y Bizantina de la web del Comune di Catania también ofrece fichas de, al menos, el teatro y el anfiteatro romanos, dos de los monumentos, sin duda, como se ha visto, mejor documentados en red de cuantos forman parte del pasado esplendoroso de esta ciuitas y, desde luego, los más impactantes e inexcusables. YouTube también cuenta con algunos materiales -subidos por voluntariosos turistas- que permiten visitar algunos de los monumentos, por ejemplo éste sobre el teatro romano -que, efectivamente, tuvo un origen griego pero cuya factura visible ahora es romana- o el documental de Gaspare Manoia consagrado a la Catina romana (pincha aquí) que tiene la virtud de incorporar imágenes cenitales de los monumentos, ciertamente ilustrativas. Para conocer el anfiteatro y algunas de sus peculiaridades constructivas -ya analizadas más arriba-, puede verse éste animado vídeo con deliciosa música (pincha aquí).
Recomendaciones: Ya en otro post de este blog hemos reflexionado sobre la riqueza arqueológica de Sicilia y sobre el singular modo en que ésta es puesta en valor -si es que realmente es "puesta en valor"- y explotada para el turismo (pincha aquí) y hemos dado algunas recomendaciones -esperemos que útiles- para el turista (otras, desde luego bien escogidas, pueden verse en la entrada 7 Stunning Ancient Sights in Sicilia, de la página Walks of Italy y quien escribe estas líneas recomendaría, como inexcusable, la visita a la Villa del Casale di Piazza Armerina, a apenas una hora en coche de Catania). Sin embargo, tal vez los restos de la antigua Catina constituyan una excepción a ese desalentador panorama que allí describíamos. Efectivamente, la ciudad de Catania atrae turismo fundamentalmente por su ubicación, central en la costa Oeste de la isla y no lejos de dos enclaves que se cuentan entre los más visitados del lugar: Siracusa (no perderse, además de las visitas clásicas, al menos, la Catacomba di San Giovanni) y Taormina. También sus hermosas iglesias barrocas -salpicadas a partir de la Plaza del Elefante y calles adyacentes- suponen un reclamo para el visitante y, precisamente por ello, al visitar sus restos romanos uno tiene la sensación de que no se encuentra en una isla visitada por centenares de millares de turistas y, en cierta medida, se reconcilia con el placer de contemplar con calma, relajadamente, el poder evocador de unos restos arqueológicos que, como se ha visto más arriba, nada tienen que envidiar a otros de Sicilia, mucho más explotados y, quizás, carentes ya de ese singular encanto o, incluso, no tan impactantes arquitectónicamente. Por eso, y porque los restos están muy bien ubicados en las proximidades del núcleo turístico de la ciudad, la principal recomendación es la de disfrutar y la de visitar los restos sin aglomeraciones algo que, en Sicilia, es absolutamente extraordinario. Catania cuenta, además, con unas bastante atractivas, limpias y generalmente familiares playas -en especial en la zona de Lido Azzurro/Viale Kennedy- que concentran, además, notables ofertas de alojamiento y de ocio. A juicio de quien escribe estas líneas, el NH Parco degli Aragonesi resulta un refugio muy adecuado, tal vez el más recomendable de la zona: piscina, un personal simpatiquísimo y muy servicial, playa privada, habitaciones bien insonorizadas y amplias, buen restaurante... Sin embargo, esa zona de las playas queda, tal vez, demasiado lejos del centro -es necesario conducir o tomar transporte público para acceder a aquél- y apenas ofrece establecimientos de restauración algo que puede llegar a ser un problema en Catania donde -como sucede en casi toda la isla de Sicilia- los restaurantes no están en las avenidas principales -reservadas a los comercios, especialmente de moda- sino en las calles adyacentes que, por tanto, es necesario también explorar. En cualquier caso, cerca de esa zona de playas el viajero podrá degustar unas sensacionales pizzas y pastas en la tavola calda del Alcampo de San Giovanni la Rena, al pie de la carretera que se dirige al aeropuerto. No es una recomendación con mucho glamour, desde luego, pero es económica y la pasta es deliciosa a un precio muy muy popular. En el ccentro, cerca de la Piazza del Duomo, apenas comienza el visitante a subir por la Via Etnea, a la derecha, resulta grato detenerse en el Café del Duomo, el lugar adecuado -con conexión wifi gratuita- no sólo para ponerse al día con la red sino también para degustar un café, una granita -los deliciosos granizados sicilianos- o un helado.

SAN ESTEBAN DE GORMAZ (Soria)

















[Sobre estas líneas, tres de las inscripciones que pueden verse en San Esteban de Gormaz, las dos primeras estelas en el número 77 de la Calle Mayor -CIL, II, 2823 y 2828- y la última, también otra hermosa estela de cabecera circular -semejante a CIL, II, 2824, visible en la fachada del citado portal-, apoyada en la base de uno de los muros de la iglesia de San Miguel, en la parte alta de la localidad]

Situación: Los seguidores de Oppida Imperii Romani ya saben del encanto que -para quien escribe estas líneas y, en general, para cualquier historiador de la Antigüedad- tienen las inscripciones romanas reutilizadas (sigo recomendando vivamente la lectura del capítulo de MILLAR, F.: "Epigrafía", en Fuentes para el estudio de la Historia Antigua, Madrid, 1984, pp. 93-147 para descubrir el apasionante mundo de la Epigrafía Latina y, también, visitar un viejo post de este blog: pincha aquí). Por este espacio han desfilado, y, además, recientemente, algunos singulares conjuntos epigráficos que, compuestos por este tipo de isncripciones, bien son complemento extraordinario para entender la historia -y la sociedad- de las ciuitates romanas vecinas a aquéllos (caso, por ejemplo, del sensacional repertorio de Oliva de Plasencia en relación al municipio flavio de Capera, en Cáceres, desde donde fueron acarreadas la mayor parte de las piezas que lo componen, o del magnífico conjunto de Tritium Magallum, en la actual Tricio, en La Rioja), bien -en otros casos- esas inscripciones son, prácticamente, el único testimonio, de la existencia de esas ciuitates y la única fuente para conocer a sus antiguos pobladores (caso, paradigmático además, es el del Cabezo Ladrero de Sofuentes, en Zaragoza). El ejemplo que traemos a este post, el municipio soriano de San Esteban de Gormaz es otro ilustre caso de este tipo de hermoso -y hasta "romántico"- fenómeno de la epigrafía reutilizada. Es cierto que las inscripciones que pueden verse rempleadas en el caserío de la localidad constituyen un porcentaje relativamente exiguo y pequeño -pincha aquí- respecto del total de las que proceden de su término municipal -pincha aquí- pero el estado de conservación de las primeras, lo que sobre el lugar se ha dicho en la bibliografía especializada -con un debate, desde luego, muy formativo para cualquier estudiante y estudioso de la Historia Antigua-, y, sobre todo, su proximidad a dos visitas arqueológicas de esas que resultan obviamente inexcusables para un amante de la Arqueología hispanorromana y aun para un profano -Vxama (Osma, Soria), a apenas 12 kilómetros, y Clunia (Coruña del Conde, Burgos), de la que sólo le separan 25 kilómetros- le confieren un espacio privilegiado en la epigrafía peninsular que, sin duda, justifica su presencia en este blog aunque seguidamente veremos que no está tan clara la relación entre San Esteban de Gormaz, las inscripciones latinas que en dicho enclave se pueden visitar y la existencia de una ciudad hispanorromana en el casco urbano de la localidad soriana o en su entorno inmediato por más que esto sí haya llegado a plantearse. Efectivamente, las "piedras con letras" reutilizadas en construcciones siempre han despertado una cierta fascinación entre los investigadores. Ya fue así en época del Renacimiento y del Barroco (muy sugerente, como panorámica general, resulta el trabajo de GIMENO, H.: "El descubrimiento de Hispania", en Hispania. El Legado de Roma. En el año de Trajano, Zaragoza, 1998, pp. 25-35) y continuó siéndolo durante los siglos XVIII y XIX uno de los periodos álgidos en la recopilación de este tipo de antigüedades por sabios y eruditos locales (imprescindible consultar, como ejemplo de ese meritorio quehacer, los volúmenes dedicados a Epigrafía por el Gabinete de Antigüedades la Real Academia de la Historia -especialmente ABASCAL, J. M., y GIMENO, H.: Epigrafía Hispánica, Madrid, 2000- y el material que, procedente de los fondos de dicha institución, se ha volcado con extraordinario mérito por el equipo del Prof. Dr. D. Juan Manuel Abascal, de la Universidad de Alicante, en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: pincha aquí para obtener un pdf de parte de esa tradición manuscrita, una traditio, que, de hecho, ha garantizado la conservación hasta nuestros días de noticias sobre muchas inscripciones hoy ya perdidas: no dejes de consultar la sección Anticuarios y Epigrafistas de la página del Centro CIL II de Alcalá de Henares). Además de ese atractivo consustancial a la reutilización arquitectónica de material epigráfico romano, el conjunto de San Esteban de Gormaz -próximo a otros repertorios epigráficos ilustres como el burgalés de Lara de los Infantes (ABÁSOLO, J. A.: Epigrafía romana de la región de Lara de los Infantes, Burgos, 1974)- ha sido objeto de controversia científica respecto de su adscripción a los territoria de las vecinas Vxama o Clunia o bien respecto de su pertenencia a una ciudad de nombre aun por identificar, debate difícil de cerrar y que aparece muy bien resumido en un trabajo de J. Gómez-Pantoja y F. García, los principales editores de las inscripciones de esta localidad, trabajo publicado en 1995 en el Boletín del Seminario de Arte y Arqueología de Valladolid y del que se ofrece acceso a él, en formato pdf, más abajo, a propósito, precisamente, de la ruta que se propone para contemplar las inscripciones que han originado la polémica.  
Acceso: Situado en el vértice más occidental del territorio soriano, el célebre pueblo de San Esteban de Gormaz -citado en el Cantar de Mío Cid, pincha aquí- ofrece, además del atractivo epigráfico que se presenta en este post, un notable encanto turístico gracias a sus iglesias, a su castillo y a su plaza mayor, atractivos todos normalmente bien promocionados en los ámbitos turísticos de la provincia (pincha aquí), una situación "central" que ya tenía en la Antigüedad al estar ubicada en la vía de Caesaraugusta a Asturica Augusta. Además, la localidad está cerca de inexcusables hitos turísticos sorianos como Berlanga de Duero, Calatañazor o Gormaz -la primera y la última con dos espectaculares castillos, el de Gormaz uno de los mayores de Europa visible, de hecho, desde San Esteban- y de otros de la vecina provincia de Burgos como Aranda de Duero. El repertorio, visitable, de inscripciones romanas se encuentra muy bien localizado en el casco urbano de San Esteban de Gormaz en dos puntos que, además, permiten el acceso a otros tantos atractivos patrimoniales de la localidad y facilitan al visitante obtener una completa panorámica de tan monumental municipio, por un lado la C/Mayor -con sus hermosos soportales- y, por otro, la iglesia de San Miguel, en la parte alta del pueblo. Para acceder a ambos puntos lo mejor es bordear todo el pueblo siguiendo el curso del río Duero y estacionar en las proximidades de la iglesia de la Virgen del Rivero. De ahí, en apenas 200 metros se alcanzan los puntos de interés de la C/Mayor y, también en poco tiempo, tras una ligera y agradable subida, se llega a la Iglesia de San Miguel que conserva otra inscripción embutida en la parte baja de uno de sus muros laterales (el opuesto al pórtico de acceso, hermosísimo), una iglesia que constituye, además, el icono turístico de la villa y cuya visita aconsejamos vivamente.
Tipología: GARCÍA-MERINO, C.: "Un olvidado núcleo de población hispanorromano: el yacimiento de San Esteban de Gormaz (Soria)", Hispania Antiqua, 7, 1977, pp. 165-229 y, antes, TARACENA, B.: Carta Arqueológica de España. Soria, Madrid, 1941, pp. 146-147 habían sugerido que la notable concentración de material epigráfico en San Esteban de Gormaz podría ser un indicio a tener en cuenta para valorar la existencia en la zona de una antigua ciudad romana, hipótesis en la que, además, poco después, ABASCAL, J. M.: "Quintus Calvisius Sabinus y un posible municipio flavio en San Esteban de Gormaz (Soria)", Studia Historica. Historia Antigua, 2-3, 1984-1985, pp. 141-149 abundaría demostrando, a partir de CIL, II, 2828, que no sólo San Esteban de Gormaz fue una ciuitas sino que, además, recibió su estatuto municipal en época flavia, a juzgar por la Quirina tribus en la que aparece circunscrito el protagonista de la inscripción en cuestión, un tal L. Terentius Paternus. Algunos años después, GÓMEZ-PANTOJA, J.: "Castillos en el Duero", Gerión, 7, 1989, pp. 241-249, sin embargo, salió al paso de estas teorías -o, al menos, exigió prudencia respecto de ellas- llamando la atención -sin zanjar el tema- de que el repertorio epigráfico del núcleo que nos ocupa era mayoritariamente funerario y que, precisamente, las piezas de carácter honorífico (la mención a los decuriones -"miembros del consejo de gobierno ciudadano", podríamos decir- en CIL, II, 2822 -sobre la que luego volveremos- y a éstos y a un patronus -una suerte de "benefactor cívico"-, M. Aemilius Lepidus, en CIL, II, 2820) eran las que más dudas planteaban respecto de su procedencia que bien podría relacionarse con la vecina Vxama, aunque, como apuntó C. García Merino, pensar en un traslado tan notable de restos no dejaba de ser sorprendente y hasta algo insólito (aunque no siempre, desde luego). J. Gómez-Pantoja -y, seguro que, el lector amante de las polémicas históricas disfrutará leyendo su trabajo y los dos anteriores, el de C. García Merino y el de J. M. Abascal- consideraba, sin embargo, que el área de San Esteban -tan castigada en los periodos de la Reconquista- hubo de fortificarse en varias ocasiones y encontró en la cantera que suponían -hacia el siglo X- los restos arruinados de las antiguas Clunia Vxama, su mejor fuente de aprovisionamiento de piedra, piedra que incluyó a muchos de los tituli sepulcrales de las necrópolis de esas antiguas ciudades. La propia adscripción del enclave a la Quirina tribus -que dio por válida J. M. Abascal- podría, además, encontrar problemas -aunque es bien conocida la ambivalencia tribal de muchos municipia Flauia, con convivencia de adscripciones a la Quirina y a la Galeria tribus- una vez que, procedente de San Esteban, hay una inscripción pública que alude a un ciudadano, [C(aius) Calvisi]us Sabinus, adscrito a la Galeria tribus (CIL, II, 2822), la tribu, precisamente, de los Vxamenses y aun una segunda pieza, epitafio de L. Arquius Co[---] (CIL, II, 2830), también evidencia la tribu Galeria (este tema es tratado por FASOLINI, D.: Le tribù romane della Hispania Tarraconensis. L'ascrizione tribale dei cittadini romani nella testimonianze epigrafiche, Milán, 2012, pp. 502-503, un título sobre el que pronto volveremos y que va camino de convertirse en una referencia inexcusable sobre la cuestión). En general, suscribiríamos la propuesta dada por ESPINOSA, U.: "Las ciudades de arévacos y pelendones en el Alto Imperio: su integración jurídica", en I Symposium de Arqueología Soriana, Soria, 1984, pp. 305-324, esp. p. 313, que se mostraba partidario de no concluir sobre el carácter urbano del lugar. Muy recientemente -y ofrecemos desde aquí acceso a esas páginas porque nos parecen una síntesis, como el libro del que proceden, sencillamente, ejemplar- D. Fasolini se ha ocupado del catálogo epigráfico de San Esteban de Gormaz llegando a la conclusión de que -dadas las dudas que, sobre su procedencia Uxamense o Cluniense, existen sobre algunas de las piezas de aquél- lo más lógico es pensar que el vacío epigráfico que caracteriza a ambos centros urbanos vecinos -y en especial a Vxama- se deba al traslado de sus monumentos, en época altomedieval, a San Esteban de Gormaz que, por tanto, no sería local de ninguna ciudad antigua (ver pp. 500-507, enlazadas para descarga algo más arriba, de un título, el firmado por D. Fasolini, que, desde luego, es más que un estudio sobre las tribus de los ciues Romani de la Tarraconense y constituye un catálogo de referencia sobre ciudades hispanorromanas de dicha provincia: ¡a tener muy en cuenta!) sino que, sencillamente, fue "punto de llegada" de un notable caudal de monumentos epigráficos para ser embutidos en su muralla. Sea como fuere, lo que está claro es que este recoleto pueblo soriano -que a finales de Agosto retrocede a la Edad Media en una feria altamente recomendable (pincha aquí)- como escribiera el propio J. Gómez-Pantoja en el artículo de Gerión que antes hemos citado, es un ejemplo de cómo las inscripciones latinas fueron valoradas en un momento concreto de la historia, "bien (...) por su valor constructivo, por ser recuerdos de un pasado esplendoroso y lejano o como testimonios de la memoria colectiva de una provincia" (Gerión, 7, 1989, p. 248) y, sólo por ello -y por lo seductora de la polémica historiográfica que acompaña a dichas piezas- la visita del lugar es recomendable y resultará gratificante y educativa para quien la emprenda.
Descripción: Como se dijo en el pie de las imágenes que encabezan este post, es el número 77 de la céntrica Calle Mayor el que concentra el repertorio más notable de restos epigráficos de San Esteban de Gormaz y, además, todos ellos hermosos y justificación de una detenida visita a este pueblo soriano. Así, en la fachada de esa vivienda, y además de algunos relieves decorativos -seguramente de algún monumento funerario, tal vez incluso de alguna estela, el tipo de monumento más representado en la zona- en la esquina lateral derecha de aquélla, el visitante puede contemplar, sobre una de las ventanas de la casa, la pieza CIL, II, 2828, hermoso epitafio de los Terentii del que se conservan la inscripción -una estela dedicada por Terentia Aucia a su marido L(ucius) Terentius Paternus, de cincuenta y seis años, adscrito, además, a la Quirina tribus y a la joven Terentia Paterna, de sólo diecisiete (ver foto, la segunda, en al parte superior de este post)- y la parte baja del relieve ornamental de la estela, en esta ocasión a base de arquillos; también el hermoso epitafio de la joven Nice, la esclava (ancilla) de una tal Atilia -CIL, II, 2823-, ésta pieza sobre otra de las ventanas, la derecha, de la mansión; y, por último, CIL, II, 2824, una estela completa -también con cabecera de rosa hexapétala- sepulcro de varios Cornelii y de varios Valerii. El conjunto -y la visita- puede completarse con una cuarta inscripción ubicada en la vivienda frente a aquélla a la que estamos haciendo referencia, HEp11, 508, con alusión a un posible [m]edicus (para el asunto de los oficios en la documentación epigráfica hispanorromana, el lector curioso disfrutará con los trabajos de RODRÍGUEZ NEILA, J. F.: El trabajo en la Hispania Romana, Madrid, 1999 ). Todo este material, ha sido dado a conocer y revisado por trabajos como ARTIGAS, P.: "Por tierras de gesta. San Esteban de Gormaz II: la Epigrafía Romana", Boletín de la Sociedad Española de Excursionistas, 40, 1932, pp. 3-60; GÓMEZ-PANTOJA, J. y GARCÍA, F.: "Viejas piedras, nuevas lecturas. Inscripciones latinas de San Esteban de Gormaz", en Las diferentes historias de letrados y analfabetos, Alcalá de Henares, 1994, pp. 213-221 o "Nuevas inscripciones latinas de San Esteban de Gormaz (Soria)", Boletín del Seminario de Arte y Arqueología, 61, 1995, pp. 185-194 o "El culto a Hércules y otras novedades epigráficas de San Esteban de Gormaz (Soria)", Studia Philologica Valentina, 5, 2001, pp. 73-101, estudios todos que, junto con los citados en el apartado de "Bibliografía" deberá consultar quien quiera saber más sobre estas inscripciones, sobre el repertorio del que forman parte y, además, conocer la problemática inherente a cada uno de los textos que, además, no es escasa.
Bibliografía: Un repertorio epigráfico como el de San Esteban de Gormaz constituye, sin duda, una buena excusa para que los lectores de este blog -especialmente si son estudiantes- entiendan cómo ante un conjunto de inscripciones a disposición del investigador, el rigor en el seguimiento de todas las noticias bibliográficas que nos las han transmitido resulta fundamental. En el caso del que nos ocupa -y sin ánimo de exhaustividad- se podría decir que la traditio -ese proceso a través del cuál se van transmitiendo los textos- comenzó con LOPERRÁEZ, J.: Descripción histórica del Obispado de Osma, Madrid, 1788 -un erudito español del siglo XVIII- que dio noticia -y el libro está disponible on line gracias a la Biblioteca Digital de Castilla y León- sobre algunas de las piezas, siguió -poco después- con E. Hübner y su Corpus Inscriptionum Latinarum (Berlín, 1869) y tuvo sus hitos más recientes -además de todas las meritorias noticias aportadas por C. García Merino, J. Gómez-Pantoja, J. M. Abascal o F. Gómez- en JIMENO, A.: Epigrafía romana de la provincia de Soria, Soria, 1980 y, finalmente, en la colección de trabajos que fue citada más arriba a propósito del repertorio visitable. De todos esos repertorios y de todos esos autores podemos obtener información que, además, si los leemos con detalle, trascenderá la propiamente epigráfica e incidirá en aspectos arqueológicos, históricos y sociales del enclave y de las ciuitates de su entorno. Por ejemplo, ya es sintomático que el volumen II del Corpus Inscriptionum Latinarum (p. 387) incluya San Esteban de Gormaz en el bloque de inscripciones consagrado a Vxama afirmando "tituli origine sine dubio Uxamenses praeterea reperti sunt in Alcubilla del Marqués, Gormaz et San Esteban oppidis vicinis", es decir, que "inscripciones Uxamenses, sin duda, de origen, han sido localizadas en los núcleos vecinos de Alcubilla del Marqués, Gormaz y San Esteban de Gormaz" (¡cuánta información se puede obtener de la lectura de estos pequeños preámbulos -las praefationes- del Corpus Inscriptionum Latinarum! ¡aunque estén en Latín o, quizás, precisamente porque están en Latín!). El segundo hito clave en esa transmisión de los textos y de las circunstancias de hallazgo de las inscripciones de San Esteban de Gormaz lo constituyó el trabajo de JIMENO, A.: Epigrafía romana de la provincia de Soria, Soria, 1980, pp. 110-124, nºs 93-105 que supone un buen ejemplo de la praxis que, en los años setenta y ochenta del siglo XX, llevó a muchas instituciones locales y provinciales -en este caso a la Diputación de Soria- a auspiciar corpora epigráficos de carácter regional. A. Jimeno describe de manera muy minuciosa los soportes, se detiene con primor en el análisis de los textos -y, en especial, en la onomástica de sus protagonistas- y, además, aporta interesantes datos sobre las noticias antiguas de cada una de las piezas.
Recursos en internet: Muy discretamente, el pasado romano del enclave es aludido en la sección de Historia de la primera página que, sobre el municipio (pincha aquí), arroja Google como resultado de búsqueda lo que, desde luego -unido al hecho de que ninguna de las inscripciones esté mínimamente señalizada ni dotada de un sencillo panel explicativo- no resulta del agrado de quien escribe estas líneas, que sigue creyendo que el patrimonio arqueológico -y también el epigráfico y, especialmente, si cabe, el epigráfico- debe ser puesto en valor de una forma, además, muy sencilla de hacerlo cuando aquél forma parte del paisaje urbano contemporáneo, como es el caso (tampoco aparecen individualizados estos restos en el catálogo de monumentos que, para el municipio, propone la misma página: ver aquí o la del Ayuntamiento de San Esteban de Gormaz). Tal vez por ello, este singular conjunto epigráfico -que tanto se ha pasaeado, como se ha visto más arriba, por la bibliografía especializada- apenas está presente en red y sólo las alusiones a las fichas de Hispania Epigraphica OnLine o a los artículos que han sido recopilados más arriba pueden ofrecer algo más de luz para preparar una visita a este conjunto que, ojalá, sea más conocido a partir de su inclusión en este cuaderno de "recursos y bibliografía sobre yacimientos arqueológicos romanos, especialmente urbanos" que pretende ser Oppida Imperii Romani.
Recomendaciones: Desde luego, la recoleta proivincia de Soria es todo un paraíso para el turista, paraíso que sorprende, además, a quienes lo conocemos y a quienes viajan a él por primera vez. Ya lo hemos hecho constar aquí a propósito de posts referidos a otras ciuitates del conuentus Cluniensis (en especial Numantia, Vxama y Clunia pero también la no excesivamente lejana Segouia) y no es éste espacio para reiterar esas recomendaciones que, además, han estado presentes en cada uno de los apartados de este post. Además de visitar con detalle el casco urbano de San Esteban y de, si es posible, hacer coincidir esa visita con su ya consolidada feria medieval estival -de la que se habló más arriba-, acercarse a San Esteban de Gormaz es la excusa perfecta -o a la inversa- para visitar el hermoso enclave de El Burgo de Osma. Esta localidad es la típica, hermosa, monumental y sobria ciudad castellana que parece haberse detenido en el tiempo. Pasear por el entorno de su catedral y por los pórticos que conducen a su siempre agitada Plaza Mayor resulta, especialmente en otoño, primavera y verano, una auténtica delicia. En dicha plaza, además, hay abundante oferta para degustar la extraordinaria y siempre casera gastronomías castellano-leonesa (pincha aquí). Una buena, y asequible opción, puede ser, en este sentido, el Restaurante Capitol donde puede comerse, incluso en festivos, por apenas 10 €. Para quien esté de paso y no tenga tiempo para detenerse en el casco urbano de El Burgo de Osma puede encontrar otros restaurantes acogedores y económicos al pie de la carretera que se dirige hacia Soria, ya a la salida del núcleo urbano.