EDICTVM A CAESARE AVGVSTO




"En aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero" (Lc. 2, 1) (...) Por primera vez se empadrona "al mundo entero", a la "ecúmene" en su totalidad. Por primera vez hay un gobierno y un reino que abarca el orbe. Y por primera vez hay una gran área pacificada, donde se registran los bienes de todos y se ponen al servicio de la comunidad. Sólo en este momento, en el que se da una comunión de derechos y bienes en gran escala, y hay una lengua universal que permite a una comunidad cultural entenderse en el modo de pensar y actuar, puede entrar en el mundo un mensaje universal de salvación, un portador universal de salvación: es, en efecto, "la plenitud de los tiempos".

Son palabras del Papa Emérito Benedicto XVI en el capítulo "Nacimiento de Jesús en Belén" de un libro que cualquier historiador -al menos ese capítulo- debería leer: La infancia de Jesús (Planeta, Madrid, 2012). A propósito de la noticia recogida en Lucas sobre el censo que ocasionó el viaje de María y José de Nazareth a Belén (factum est autem in diebus illis exiit edictum a Caesare Augusto ut describeretus uniuersus orbis: pincha aquí para ver el contexto del pasaje: Lc. 2, 1) Joseph Ratzinger reflexiona en ese capítulo (esp. pp. 65-73) sobre las relaciones entre Augusto, el primer emperador de Roma -cuyo bimilenario hemos celebrado en este año que ahora termina (véase el último post de este blog)- y la Encarnación del Hijo de Dios que es la que da sentido a las celebraciones con que, desde hace casi 2.000 años (pincha aquí para saber más sobre los orígenes de las celebraciones cristianas de la Navidad), y cada invierno, se transforma el carácter de todos, creyentes y no creyentes y, además, efectivamente, en la ecúmene, en todo el mundo, más allá, incluso, de los que fueron los límites de la pax Augusta que fue el centro de la reflexión con que felicitábamos la Navidad desde Oppida Imperii Romani en 2012 (pincha aquí). También el Papa Francisco ha abordado la cuestión de la Encarnación de Cristo habitando "nuestra Historia" recientemente (pincha aquí) en palabras igualmente inspiradoras. Y se nos ocurre que, precisamente, el Nacimiento que estudiantes internos y doctorandos del Departamento de Historia, Historia del Arte y Geografía de la Universidad de Navarra -presidido, además, por una hermosa cartela con la frase "testigos de la Verdad"- han instalado en el pasillo del citado centro ilustra muy bien esa realidad. Un Dios que se hace hombre para venir al mundo que -unas veces para bien y otras no tanto- han recorrido grandes personajes históricos entre ellos el mismísimo Augusto con el que se alcanzó, efectivamente, también desde la óptica cristiana, la plenitud de los tiempos.

Celebramos, pues, un acontecimiento realmente histórico, acaso el de mayor trascendencia en la Historia de la Humanidad y por eso, y por la tradición -en el sentido más latino del término- son días, para todos, especiales, felices. Días que tienen sentido porque es Navidad no porque haya que desearse prosperidad, sentido común, salud o suerte o porque haya que felicitarse las fiestas como si fuesen las del Pilar o las de San Fermín, aspectos todos importantes y deseables. Y porque Navidad es, efectivamente, sinónimo de amor, de dación, de entrega, de humildad, en definitiva, de felicidad,d e Amor. El aduentus de Augusto al trono de Roma fue, efectivamente, un acontecimiento clave pero no cambió el mundo o, al menos, no cambia, de manera cíclica, cada año -al menos once a year como dice el célebre villancico de The Beach Boys (pincha aquí)-, el corazón de millones de hombres en cualquier rincón del mundo. Es para pensarlo... "Lo que el emperador Augusto ha pretendido para sí [extender la paz y crear una "ecúmene" universal] se ha cumplido de modo más elevado en el Niño, que ha nacido inerme y sin ningún poder en la gruta de Belén, y cuyos huéspedes fueron unos pobres pastores", concluye Benedicto XVI (La infancia de Jesús, Madrid, 2012, p. 84).

Ojalá que en estas escasas tres semanas de parón -también académico- que supone la Navidad encontremos ocasiones -¡muchas habrá, sin duda!- de sonreír a nuestro alrededor y de -como siempre- tratar de difundir, seamos creyentes o no, el espíritu de la Navidad porque, como pregonaba con acierto el -nuevamente emotivo- vídeo de felicitación navideña de la Facultad de Comunicación de mi Universidad, sólo decirlo, sólo recordar que es Navidad -insistimos, Navidad- lo cambia todo (pincha aquí y emociónate).

¡Feliz Navidad a tod@s, queridos lectores de Oppida Imperii Romani (este año sin música, aunque bastantes recomendaciones hay ya en las felicitaciones de años anteriores), y un 2015 pletórico! ¡Aquí nos leemos!

POTITVS RERVM OMNIVM

 

[Retrato de Augusto capite uelato recuperado en 2009 en Bilbilis (Catalayud), recientemente publicado: MARTÍN-BUENO, M., SÁENZ, C., y GODOY, C.: "El Augusto capite uelato de Bilbilis (Calatayud, Zaragoza)", en Actas de la VII Reunión de Escultura Romana en Hispania, Santiago de Compostela, 2013, pp. 182-187 y cartel de la conferencia con la que cerramos este post y, también, el año de Augusto en Oppida Imperii Romani]

2014 ha sido, indiscutiblemente, a nivel investigador -más allá de la efeméride- el año de Augusto. Como los lectores de Oppida Imperii Romani saben ya, en este año que pronto cerramos se han cumplido dos mil años de la muerte, en el 14 d. C., del primer Princeps de Roma, Cayo Octavio Turino, después llamado Augusto. Ha sido un año intenso en materia investigadora con dos principales citas académicas de referencia -amén de algunas otras también importantes que se han llevado a cabo en Mérida o en Cascante- que, si el lector no pudo seguir, habrá de estar atento a la publicación de los resultados:

[1] Coloquio sobre la Hispania de Augusto, organizado por Julio Mangas y por Ana Rodríguez Mayorgas en la Universidad Complutense de Madrid durante el pasado mes de Abril. Reunió medio centenar de contribuciones que están ya siendo editadas para su próxima publicación (en los Anejos de Gerión) en un encuentro que, acaso, tuvo un enfoque más histórico y menos arqueológico aunque, obviamente, se presentaron trabajos desde ambas perspectivas pues no puede ser de otro modo cuando se trata de investigación en Ciencias de la Antigüedad como hemos reivindicado tantas veces en este espacio.

[2] Coloquio internacional August i les províncies Occidentals, segunda edición de la serie Tarraco Biennal, en Tarragona. Un sensacional coloquio -también lo fue el primero- en el que, efectivamente, volvió a ponerse de manifiesto cómo en materia de Antigüedad son las novedades arqueológicas las que han de depararnos más sorpresas y es que, efectivamente, nuestro caudal de conocimiento se ha incrementado, sobre todo -respecto de Augusto- en este sentido. Nosotros mismos contribuimos a este encuentro -también al anterior, en aquél caso con una panorámica sobre Augusto y el territorio vascón- con la presentación del nuevo programa de retratos -que podría incluir al propio Augusto- descubierto el pasado verano en Los Bañales (pincha aquí). 

¿Se ha avanzado mucho en este año en la investigación sobre Augusto? me preguntaba hace unos días una colega del Grupo GRAECAPTA de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra. Obviamente, la respuesta es clara: no ha habido grandes novedades, desde luego. Además, es cierto que en los últimos años, en materia histórica, por ejemplo, ya las había habido con la constatación de los viajes de Augusto a la Península (pincha aquí para una bien documentada síntesis de los mismos), con la delimitación de la relación de los viajes de Augusto con la promoción jurídica de comunidades (pincha aquí) o con la mejor fijación del calendario de la experiencia augústea en la Península a través de documentos como el Edicto del Bierzo (HEp7, 378). Pero, ciertamente, como sucedió hace algunos años en el Bimilenario de los Flavios, este tipo de reuniones han contribuido a reivindicar el papel de Augusto como pater Hispaniarum (así se le denomina con notable acierto en SÁNCHEZ MORENO, E. (Coord.): Protohistoria y Antigüedad de la Península Ibérica, Sílex, Madrid, 2007) y a poner de relieve que fue, precisamente, su acción política en la Península Ibérica la que introdujo a las Hispaniae en la órbita administrativa y jurídica romana preparando el saeculum aureum que, a partir de los Flavios, viviría el solar peninsular.

Con ese espíritu -y para dar continuidad a los dos anteriores posts que, sobre el "año de Augusto" se han publicado en Oppida Imperii Romani (pincha aquí con una conferencia pronunciada el pasado mes de Junio en la Semana Romana de Cascante, o aquí con una lista de recursos digitales, a partir de la recomendable página Qué Aprendemos Hoy)- este blog quiere cerrar el año compartiendo con todos vosotros una postrera conferencia  dictada el pasado día 18 de Diciembre, Jueves, en la Facultad de Derecho/Zuzenbide Fakultatea de la Universidad el País Vasco/Euskal Herriko Unibersitatea, en el campus de San Sebastián, un repaso a la política augústea -en materia de promoción de comunidades pero, también, en materia de administración y puesta en explotación de los recursos- llevado a cabo desde la óptica de un espacio geográfico que se concibe, cada vez más claramente, como un "laboratorio" de prácticas políticas y administrativas para Roma desde, prácticamente, el primer cuarto del siglo II a. C.: el Valle del Ebro. ¡Espero que el audio y el material que le acompaña sean de vuestro agrado (nos estrenamos con SlideShare) y, sobre todo, como siempre pretendemos, resulten útiles y más en el marco de la conmemoración, que clausuramos de este modo en nuestro blog, de este -también en este año de 2014, potitus rerum omnium (RG. 34, 1)!

Audio íntegro de la conferencia "Augusto y la política ciudadana en el Valle Medio del Ebro" (San Sebastián, 18 de Diciembre de 2014)


Diapositivas de la conferencia "Augusto y la política ciudadana en el Valle Medio del Ebro" (San Sebastián, 18 de Diciembre de 2014)


SCRIPTA VASCONICA






































Quien sigue este blog sabe que quien lo alimenta -cierto que con grandes altibajos últimamente en razón de nuestra intensa actividad profesional, docente e investigadora- se dedica, desde hace algunos años -y entre otras cuestiones- a la investigación respecto de los antiguos Vascones, una etnia citada -cierto que nunca de modo suficiente- por las fuentes clásicas (ver el balance que nosotros mismos publicamos sobre esas alusiones en Lucentum, 26, 2007 o el que, de la pluma de Jª Mª Blázquez, se recoge en Trabajos de Arqueología Navarra, 20, 2007-2008, recomendables para quienes estén menos versados en la cuestión) y que, seguramente por considerarse -no sin problemas, como habitualmente se ha señalado (esclarecedor como planteamiento de partida puede resultar este trabajo de F. Wulff en Historia Actual Online, 6, 2005)- antecesora del actual pueblo vasco ha despertado una notable fascinación en los studia Antiquitatis de nuestro país. Además, en los últimos dos años, Oppida Imperii Romani ha incorporado una sección de reseñas bibliográficas en las que se valoran y presentan trabajos de colegas que se consideran de interés o que guardan cierta relación con el asunto social y urbano hispanorromano que da sentido a esta plataforma. Agrupadas en la etiqueta Volumina, estas reseñas han presentado ya algunos trabajos de interés sobre cuestiones de administración romana, Epigrafía Latina, arqueoturismo y gestión del patrimonio, ciencias instrumentales, etcétera...

Pues bien, en este útimo mes -que suele ser extraordinariamente productivo en materia editorial tras el trabajo investigador de todo el año- se han producido dos interesantes novedades editoriales sobre la cuestión vascónica (dos scripta Vasconica, como los hemos denominado en el título de este post) que, si bien tal vez no merecen una reseña completa y a fondo -en parte por el carácter marcadamente heterogéneo de los trabajos recogidos en una de esas novedades- sí nos parece que merecen la atención de este blog. En el primer caso como simple recordatorio de la digitalización y acceso en red -ya cumplido el periodo de embargo- de la última miscelánea sobre cuestiones vascónicas que coordinamos hace ahora ya un año y que vio la luz a comienzos de 2014 -aunque con fecha de 2013- y, en segundo lugar, por la recentísima edición de un volumen -también ya totalmente disponible en red (¡y eso que fue presentado hace apenas quince días en su versión en papel!, algo que es sólo posible gracias al buen hacer de la Sección de Publicaciones de la Institución Fernando el Católico)- que reúne trabajos de colegas que han mostrado siempre interés por el "asunto vascón" y que comparten ahora órgano editorial para homenajear a alguien que, a nuestro juicio, ha firmado algunas de las más sagaces aportaciones respecto de los antiguos Vascones, Guillermo Fatás, y que, aunque lo hizo hace ya algunos años, éstas siguen siendo, a nuestro juicio, de referencia. Nos referimos, al menos, a sus imprescindibles trabajos "Notas sobre el territorio vascón en la Edad Antigua", Veleia, 2-3, 1985-1986, pp. 383-398 (aunque algunos de los presupuestos planteados allí estén hoy superados resultó un trabajo pionero y de referencia); "Los Vascones y su territorio", en MONTENEGRO, Á. (ed.): Historia de España. 2. Colonizaciones y formación de los pueblos prerromanos (1200-218 a. C.), Madrid, 1986, pp. 376-400 (extraordinariamente sagaz y de validez más que introductoria); y "El Ebro Medio, trifinio paleohispánico", en RODRÍGUEZ NEILA, J. F., y NAVARRO, F. J. (eds.): Los pueblos prerromanos del Norte Peninsular: una transición cultural como debate histórico, Pamplona, 1998, pp. 29-50 (sencillamente, inexcusable respecto de la paleoetnografía del Ebro Medio).

Los dos trabajos que siguen ([1] y [2]) son los que justifican este nuevo post de Oppida Imperii Romani:

[1] ANDREU, J. (ed.): Entre Vascones y Romanos. Sobre las tierras de Navarra en la Antigüedad [Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra 21, 2013], Pamplona, Universidad de Navarra 2013. Ya hace casi un año, en uno de los primeros posts de 2014 en este blog (pincha aquí) dábamos noticia de la publicación, en el número 21 de la revista Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra, del Departamento de Historia de dicho centro universitario, de las actas de un nuevo coloquio sobre Navarra en la Antigüedad que tuvo lugar en 2013 en la UNED de Tudela. Y lo hacíamos convencidos de que el volumen iba a tener una gran difusión. De hecho así ha sido y se ha agotado la tirada en papel de la revista que lo acogió especialmente por el éxito que tuvo su presentación en la UNED de Tudela en la primavera de este mismo año (pincha aquí para ver la magistral lección que impartió ese día el Prof. F. Wuilff, del que más arriba hablábamos). Por eso -y también porque ésa es la política habitual del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra- apenas transcurridos unos meses de la presentación del volumen, éste está disponible ya en la red con todas las separatas digitales accesibles para cualquier lector. Heredero del volumen Los Vascones de las fuentes antiguas: en torno a una etnia de la Antigüedad Peninsular, Barcelona, 2009, ya en el post al que antes aludíamos hacíamos una valoración de cuáles eran, a nuestro juicio, los trabajos básicos de este Entre Vascones y Romanos, valoración a la que remitimos para una visión más global de los atractivos del trabajo. Tal vez ahora sea momento apropiado para quedarnos, fundamentalmente con tres como hacemos también -ahí por una razón estrictamente temática- en el volumen del que damos noticia más abajo. Así, del número 21, correspondiente a 2013 de la revista Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra -el 22, correspondiente a 2014 ve la luz en los próximos días- destacaríamos el estudio que J. L. Ramírez Sádaba y J. Gorrochategui hacen de la religiosidad vascónica ahondando en el estudio no sólo de la dimensión local de la misma -la documentada en el territorio atribuido, en la Península Ibérica, a los Vascones- sino conectándola con la que sus vecinos aquitanos exhiben en la documentación epigráfica (pp. 113-151); las novedades que, tras años de trabajo, aportan sobre Pompelo, M. García-Barberena y M. Unzu, del Gabinete Trama (pp. 219-256, por cierto, en formato "periodístico", si te interesa esta cuestión puedes ver esta nota de una reciente charla de la propia M. García-Barberena en la Universidad de Navarra: pincha aquí) y, por último, la que F. Beltrán Lloris y J. Velaza firman sobre el límite más occidental del conuentus de Caesar Augusta (pp. 51-73), distrito tan bien representado en este blog (pincha aquí) y que coincidiría con el límite de los Vascones a ese lado de la actual Comunidad Foral de Navarra.

[2] DUPLÁ, A., ESCRIBANO, Mª V., SANCHO, L., y VILLACAMPA, Mª A. (eds.): Miscelánea de estudios en homenaje a Guillermo Fatás Cabeza, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2014. Que G. Fatás contribuyó a firmar algunas de las -en buena medida- más sagaces aportaciones a la Historia Vasconiae y a sus res controuersae -como las llamó con acierto J. J. Sayas en una contribución al I Coloquio de Historia de Navarra, que ahora está (pp. 89 y ss.) disponible en la red (pincha aquí)- que se hayan escrito en este siglo es algo que nadie discutirá. Tal vez por ello, un volumen con colaboraciones de colegas destinado a rendirle homenaje por su jubilación estaba claro que iba a ser una excelente ocasión para seguir "pulsando" como avanza la investigación sobre este apasionante y complejo asunto. Además de estudios firmados por prestigiosos investigadores que se han dedicado con generosidad u ocasionalmente al asunto vascónico, aunque, en el presente volumen, traten otras cuestiones (Mª J. PeréxF. Beltrán Lloris, J. Navarro, E. Moreno, F. Marco, F. Pina...) las páginas de este voluminoso -pero utilísimo- trabajo destilan algunas aportaciones que han de ser consideradas y que son bienvenidas en el marco de los estudios sobre el ámbito vascónico en particular y sobre el asunto de las etnias prerromanas en general. Así, C. Castillo plantea la posibilidad de conectar la Sosinesta aun ilocalizada de la tabula Contrebiensis (CIL I, 2951a) con Sos del Rey Católico, municipio zaragozano cuyas evidencias arqueológicas, epigráficas y toponímicas de raigambre antigua glosa con acierto (pp. 195-196). La Comarca de las Cinco Villas de Aragón -núcleo neurálgico del antiguo poblamiento vascónico a juzgar por las evidencias onomásticas- es también protagonista de una deseadísima publicación, la que, finalmente, estudia un pondus staterae en bronce con figura de Attis que se conserva en una colección particular en la localidad zaragozana de Sofuentes, firmada por R. Erice (pp. 257-263, pronto se publicará un trabajo nuestro sobre esta pieza, casi paralelo al de esta solvente investigadora). Por último, J. Santos valora, en un sucinto pero muy jugoso trabajo, el papel que determinados documentos -y en particular la propia tabula Contrebiensis- han tenido en la caracterización étnica del auténtico trifinium cultural -como el propio homenajeado, el Prof. Fatás, lo calificó hace algunos años, como veíamos más arriba- que constituyó el Valle Medio del Ebro en la Antigüedad (pp. 623-625).

Muy muy recomendables los tres trabajos, sin duda, y motivo de gozo para quienes nos dedicamos a ahondar en la Historia Antigua del Valle del Ebro y en su complejo y sugerente panorama etnográfico y cultural en los tiempos antiguos. Ojalá sean también útiles para los lectores de Oppida Imperii Romani... ¡Así lo esperamos!

VESTIGIA ANTIQVITATIS



Hace algunos años quien escribe este blog tuvo la extraordinaria ocasión -añorada, a menudo, desde entonces- de disfrutar de una beca de investigación de la Fundación Alexander von Humboldt en el Seminar für Alte Geschichte und Epigraphik de la Universität de Heidelberg, en Alemania. No era la primera vez que el autor de estas líneas visitaba el país germano pero sí la primera en la que la estancia iba a ser algo más prolongada en el tiempo y en la que, por tanto, la inmersión en los modos académicos alemanes iba a ser más notable. Y lo fue... Dentro de esa inmersión, hubo algo que llamó siempre nuestra atención: la soltura con la que los estudiantes alemanes de Grado manejaban dos herramientas cuyo uso en España, sin embargo, apenas se difunde entre investigadores predoctorales y se está convirtiendo, su manejo, en una "rareza" también entre los profesionales de la investigación: la Realencyclopädie der Classischen Altertumswissenschaft, la conocida vulgarmente como "Pauly" o "Pauly-Wisowa" en honor a sus primeros editores, August Pauly (1796-1845) y Georg Wisowa (1859-1931) y el popularmente llamado "Daremberg-Saglio" -en honor también a sus editores iniciales, Charles Daremberg (1817-2872) y Edmond Saglio (1828-1911)-, el Dictionnaire des Antiquités Grecques et Romaines. Y hacía tiempo que ambos proyectos merecían un post en la serie Instrumenta de Oppida Imperii Romani, especialmente pensada para quien se inicia -o avanza- en la investigación sobre mundo clásico y más ahora que ambos monumenta -pues lo son, en tanto que hacen memoria y compendian el saber sobre la Antigüedad- están accesibles online, realidad que, de hecho, pretendemos "celebrar" con estas líneas.

[1] PAULY, August y WISOWA, Georg, Realencyclopädie der Classischen Altertumswissenschaft, Metzler, Stuttgart, 1839-1980, después actualizada y, también, compendiada en las utilísimas Der kleine Pauly (1964-1975) y Der Neue Pauly (1996-2003), es, sin duda, un trabajo que sólo podía ser resultado de la fascinación que los alemanes sienten por el mundo antiguo. En voces algo más breves que las del "Daremberg-Saglio" -pero igualmente documentadas- sus autores compendian el estado de la cuestión -en el momento de publicación del volumen correspondiente (¡más de setenta y cinco volúmenes!) de ahí la necesidad de recurrir siempre a las actualizaciones de la "Neue" o la "kleine"- sobre un tema concreto aportando una bibliografía selecta básica y, también, las fuentes disponibles. Incluso para quien no se maneje con el alemán, consultarla es un primer paso, necesario, para cualquier tarea de documentación inicial en Ciencias de la Antigüedad. La edición alemana de la Wikisource ha digitalizado gran parte de las voces (pincha sobre el enlace de la parte superior) convirtiendo el trabajo con esta herramienta en una auténtica delicia del amante del estudio y la investigación en red. También el utilísimo Internet Archive ofrece para descarga algunos de los primeros volúmenes de la serie (pincha aquí) de igual modo que la editorial Brill tiene online, con registro previo, los contenidos de la Neue Pauly (pincha aquí). 

[2] DAREMBERG, Charles y SAGLIO, Edmonson (dirs.): Dictionnaire des Antiquités Grecques et Romaines d'après les textes et les monuments, Hachette, París, 1877-1919. Hijo de los tiempos del positivismo historiográfico, el "Daremberg-Saglio" es una obra que, en diez volúmenes, y como compendiaba su larguísimo título, aborda voces relativas a las costumbres, las instituciones, la religión, las artes, las ciencias, el vestido, el mobiliario, la guerra, la marina, los oficios, las monedas, las medidas y, en general, la vida pública y privada de los antiguos. Esas voces, además, cuentan con la firma de historiadores, epigrafistas, numismáticos y arqueólogos tan destacados -y tan ilustres- como Gustav Droysen (1808-1884), Theodor Mommsen (1817-1903) o August Boeck (1785-1867) (aquí puedes ver un vídeo de presentación y descripción de las potencialidades de la obra). Muy pegada, cada voz, a las fuentes antiguas -tanto a las escritas como a las iconográficas o materiales- el Daremberg-Saglio es, sin duda, el mejor punto de partida para cualquier investigación, sobre cualquier tema relativo al mundo antiguo. Y desde hace algunos meses la Université Toulouse Le Mirail ofrece acceso a él a través de la red (pincha sobre el enlace del título de la obra, más arriba). La obra puede leerse en red a través de un detallado sistema de navegación por el scan de sus páginas (pincha aquí) pero -lo que sin duda resulta más útil- incorpora un motor de búsqueda por el que el usuario, introduciendo un término cualquiera, obtiene las páginas a él referidas dentro de la obra. ¡No hay ya excusa, pues, para no manejar este espectacular diccionario que, desde luego, recoge la mayor parte de las autoridades respecto de instituciones de la Antigüedad!

No son, desde luego, las únicas herramientas de documentación inicial, estudio y/o actualización que un interesado en el mundo antiguo puede manejar, el catálogo es algo mayor (útil puede ser la lectura de ANDREU, J.: "Repertorios, obras monumentales y colecciones de referencia en la investigación en Ciencias de la Antigüedad", en PERÉX, Mª (ed.): Métodos y técnicas de investigación histórica. I, UNED, Madrid, 2013, pp. 657-674, disponible como ebook desde aquí) pero ya las iremos presentando en posteriores posts a medida que se vayan volcando, también, al soporte de la red.

ANNO AVGVSTI


































[Sobre estas líneas, montaje con el Augusto de la vía Labicana de Roma sobre la maqueta de la Roma antigua del Museo della Civiltà y retrato, en mármol de Carrara, del emperador, capite uelato, del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida]

"¡Mi muro de Facebook se ha llenado de retratos de Augusto!" comentaba una estudiante que, hace algunos años, pasó por Los Bañales, el pasado día 19 de Agosto en su perfil en esta red social. Efectivamente, ese día, pero del año 14 d. C., según sabemos por el testimonio de Suetonio (Suet., Aug. 100), fallecía el primer emperador de Roma, fundador de un Imperio que marcó una época y que sentó las bases de nuestra cultura occidental. Y, ciertamente, ese día, transcurridos 2.000 años, Augusto se convertía en un auténtico trending topic en las redes sociales él, que tanto hizo por potenciar el uso de la imagen como arma política y de propaganda. Quien más quien menos, esa jornada, le rendía un homenaje "posteando" una de sus múltiples e icónicas imágenes o, sencillamente, compartiendo un recurso concreto relacionado con el primer Princeps

En ese día, quien sostiene este blog, de nuevo abandonado por un tiempo por el sensacional esfuerzo que exige sacar adelante, en el periodo estival, la igualmente sensacional excavación en Los Bañales (este año, además, con hallazgos de cierto corte "augústeo": pincha aquí), se dio cuenta de que, con la llegada del nuevo curso académico, era momento para poner orden a una serie de recursos digitales localizados en este último año -y amplificados, si cabe, en este último mes- y relativos a la figura cuyo bimilenario estamos conmemorando: Augusto. Además -pensamos- ese post no sólo prolongaría nuestra -esperemos que útil- serie Instrumenta orientada a presentar recursos en red sobre la Antigüedad Romana y volvería a tomar el pulso a Oppida Imperii Romani sino que, además, retomaría -así lo esperamos- el ritmo de este blog justo donde se quedó, en una charla sobre Augusto que tuvimos la oportunidad de dictar el pasado mes de Junio en la Semana Romana de Cascante, en Navarra (pincha aquí) ocasión en la que, además, algo comentamos sobre los fastos que, en diversas ciudades españolas, se han celebrado este año para conmemorar tan egregia figura.

Efectivamente, tal como demuestra la inexcusable y poco conocida página Conmemorating Augustus Project, gestionada desde la University of Leeds -una web sensacional que recoge información sobre gran parte de los eventos celebrados para conmemorar a C. Octavio Turino incluyendo, además, útiles enlaces a recursos, bibliografía, sites en internet...- medio mundo -incluso más allá de las fronteras originales del Imperio Romano- ha rendido homenaje a Augusto. En España, la mayor parte de las celebraciones de carácter científico tuvieron lugar durante el primer semestre de 2014 (algunas ya las valoramos en el post anterior de este blog, en Junio) pero aun queda alguna para lo que resta de año y, entre ellas, sin duda la más destacada será el II Tarraco Biennal que, entre el 26 y el 29 de Noviembre próximos, reunirá en Tarragona (la antigua Tarraco) a decenas de colegas de toda Europa para abordar las novedades arqueológicas relativas a la acción de Augusto en las Hispaniae y en las provincias occidentales. Por eso, nosotros queremos cerrar el círculo del particular homenaje de Oppida Imperii Romani a Augusto en este 2014 con una serie de recomendaciones "digitales" agrupadas en tres bloques y que, seguro -o así lo esperamos-, os ayudarán a entender mejor la acción reformadora -y revolucionaria, sin duda- que llevo a cabo el joven César.

[I] Serie de entradas sobre Augusto desde distintas perspectivas, a cargo de -entre otros- Rubén Montoya, Beatriz Parejo, Irene Palancar y Elvira Guerra en uno de los portales de conocimiento en internet líder en nuestro país, Qué Aprendemos Hoy-QAH. Articuladas como un monográfico -el Especial Augustoaquí puedes acceder a una presentación de la ideología y de los propósitos de la serie- al que habrá que estar muy atento de aquí a final de año, en él se analizan desde cuestiones relacionadas con la presencia de Augusto y su época en la gran pantalla -en concreto, en la serie Roma (HBO, 2005 y 2007)- hasta, de un modo muy solvente, las relativas al uso dado por el primer Princeps a la política de imagen pública (pincha aquí). En ese sentido, Rubén Montoya aborda con maestría en el especial -dando razón al aserto de Suetonio de que Augusto recibió una Roma de ladrillo y "devolvió" una Roma de mármol (Suet., Aug. 28)- las transformaciones que el primer emperador desarrolló en el urbanismo y la escenografía arquitectónica de la capital, en sus posts Roma Augustea, con varias entregas. Imprescindible. Un buen ejercicio, por cierto, puede ser seguir las explicaciones de este joven investigador, Rubén, con el Digital Map of Augustan Rome, una suerte de forma Vrbis del siglo XXI en la que aparecen cartografiados un buen número de elementos de la Roma de la época, con detallada explicación sobre su relación con el nuevo régimen... ¡para perderse, sin duda!

[II] Nuestro conocimiento de la obra política de Augusto no sería el mismo, sin duda, sin las Res Gestae, el sensacional monumento epigráfico que glosaba las hazañas del "divino Augusto" y que, poco a poco, desde el llamado monumentum Ancyranum, hemos ido conociendo mejor convirtiéndose en pieza inexcusable para reconstruir el complejo puzzle de la carrera política de Octaviano. La red está llena de referencias y recursos relacionados con este documento y con la información histórica con que nos ha obsequiado. Además de que no es difícil localizar una edición y traducción en castellano de dicho testamento -la publicada, hace algunos años, por A. Alvar Ezquerra, en los Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma, 7-8, 1980-1981, pp. 109-140 puede ser muy útil- la red ofrece algunos recursos de extraordinaria utilidad al respecto. Por ejemplo, la página Ara Pacis Augustae, del Reed College de Portland, Estados Unidos, ofrece una sección dedicada a la copia que, de las Res Gestae, instaló Mussolini, junto al Mausoleo de Augusto y al Ara Pacis (cuya colorista realidad también se ha difundido notablemente estos días por la red, y con ella queremos cerrar este post). Esa misma sección -pincha aquí- permite, incluso, navegar por el texto original de esa neo-inscripción (pincha aquí) que, en cualquier caso, ofrece todo el sabor de un documento epigráfico extraordinario como el que nos ocupa. Fascinante.

[III] El propio Augusto, en la obra literaria que, en clave poética, glosaba la epopeya de la Roma que él quería restaurar, la Eneida, se jactaba del modo cómo esta potencia había sido capaz de parcere subiectis y de deballare superbos (Verg. Aen. 6, 847-853), de hacer la paz con los que se le sometían y de plantar cara a los que le ofrecían resistencia. En los últimos días, en las redes sociales se ha convertido en trending topic una página del portal Vox, que recoge nada menos que cuarenta mapas que explican el Imperio Romano (40 Maps that Explain the Roman Empire). Utilísimo como cartoteca, este enlace nos aproxima a la geografía de la obra de Augusto atendiendo a cuestiones como la distribución del aparato militar a través del Mediterráneo (pincha aquí), la batalla de Actium que convirtió a Augusto en el dueño del imperio mediterráneo (pincha aquí) o el viaje de Eneas, tan relacionado con la mitología refundacional del Principado desarrollada por Augusto (pincha aquí). No perderse, en esta misma página, un artículo de Timothy B. Lee que glosa las razones del ascenso de Augusto desde una perspectiva clásica y fascinante (pincha aquí). 

Pero, no lo olvidemos, Oppida Imperii Romani es, sobre todo, un blog sobre ciudades romanas, y, por lo tanto, quizás la mejor manera de rendir homenaje a Augusto en él sea recordar que por este espacio han desfilado ciudades que, quizás antes de que acabe el año, el lector podría proponerse visitar como individual homenaje a Augusto, el emperador que consolidó en el Imperio -como él mismo recordaría en su testamento político (RG., 35, 4)- como una auténtica red de ciudades: Caesar Augusta (Zaragoza), en la Tarraconense; la espectacular Ituci, en Torreparedones en la Bética; u Olisipo (Lisboa) en la Lusitania, pueden ser tres destinos "augústeos" para lo que queda del verano o para lo que -¡y ya no es mucho!- resta de este annus Augusti.

OPTIMI STATVS AVCTOR


[Retrato de Augusto en carneola procedente de Turiaso (Tarazona, Zaragoza) hoy en el Museo de Zaragoza donde, precisamente, puede contemplarse como pieza central de la exposición Augustus Annus Augusti MMXIV instalada en dicha institución hasta Abrilde 2015]

No descubriré nada al lector de Oppida Imperii Romani si a estas alturas –casi ya en el ecuador– del año 2014 le recuerdo que estamos en el Bimilenario de Augusto, se cumplen 2.000 años del fallecimiento, en el año 14 d. C., del primer Princeps, el primer emperador de Roma, C. Octavio Augusto, responsable de una de las transformaciones políticas más apasionantes que haya conocido la Historia Universal. Es por ello que, precisamente, los estudios sobre Augusto se han convertido en un tema prácticamente “estrella” en la investigación sobre Historia Antigua Peninsular a lo largo de los últimos meses. Así, el pasado mes de Abril, el Dr. D. Julio Mangas, que fuera Catedrático de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid, organizó en dicho centro madrileño un extraordinario Congreso Internacional titulado “La Hispaniade Augusto” (con actas ya en prensa) que, tal vez, con el que (pincha aquí) se celebrará en Tarragona en el último trimestre del año -en el marco de los encuentros Tarraco Biennal- bajo los auspicios del Institut Català d’Arqueologia Càssica -otra de esas instituciones que se ha convertido, en apenas diez años, en referencia en materia de investigación y de promoción de los estudios históricos sobre Antigüedad- constituyen las citas inexcusables del calendario científico vinculados a estas conmemoraciones augústeas que ponen de manifiesto que, como no podía ser de otro modo, Augusto está, de nuevo, de moda.

Y, lo cierto es que, además de estos dos grandes coloquios de carácter científico, han sido muchas -pienso que intentar una lista nos llevaría a incurrir rápidamente en injusticia- las iniciativas de divulgación que, a escala más local, se han ensayado en antiguos enclaves vinculados a la labor de Augusto en las Hispanias que, como vamos sabiendo (fundamental se ha convertido, al respecto, este ya clásico trabajo de J. M. Abascal Palazón en Iberia, 9, 2006), fue extraordinariamente intensa. Así, por centrarnos en el Valle del Ebro -que es el escenario en el que se mueve nuestra actividad investigadora y, también, uno de los marcos geográficos en que la labor de Augusto resultó más intensa- tanto la vieja Caesar Augusta (Zaragoza) -pincha aquí- como Bilbilis (Calatayud) -pincha aquí- como Turiaso (Tarazona) -pincha aquí- o Calagurris (Calahorra) -pincha aquí- han organizado, de un modo u otro, eventos conmemorativos sobre este Princeps que instaló en dicho centros colonias o, cuando menos, promocionó sus comunidades al estatuto jurídico municipal, fuera éste del rango que fuera.

Por eso, una de las actividades ya consolidada como cita “de verano” -casi cabría decir, mejor, que “de fin de curso”- que hemos venido apoyando desde la UNED de Tudela, la SemanaRomana de Cascante (con página en Facebook que hay que seguir sí o sí: pincha aquí) celebrada desde hace ya nueve años en Cascante (Navarra), solar de la antigua Cascantum, también municipio desde época de Augusto, debía detenerse, en su novena edición, en este personaje que fue el que, además, si hacemos caso a Plinio (Nat. Hist. 3, 24), otorgó a la antigua Kaiskata (sobre ese nombre, sus implicaciones lingüísticas y culturales, ha de verse el reciente trabajo de J. Velaza Frías en Veleia, 27, 2010) el título de municipio de Derecho Latino. Así, los próximos días 19 y 20 de Junio, un notable elenco de ponentes procedentes de hasta siete Universidades diferentes, pasarán por esta hermosa ciudad de la Ribera de Navarra para analizar aspectos relacionados con la gran reforma augústea: el culto imperial, la política de imágenes, el hábito epigráfico, la administración y, lógicamente, la incidencia en la política administrativa y provincial a escala general y, también, local (pincha aquí para ver el programa completo) y sobre las fuentes que nos informan sobre la misma.


Fue en ese marco, en que, quien escribe estas líneas, tuvo la oportunidad de disertar sobre “Augusto y las ciudades del territorio atribuido a los antiguos Vascones” reflexionando sobre qué información -y de qué tipo- tenemos sobre el modo cómo se transformó el panorama urbano y territorial de las comunidades que las fuentes -algunas, además, como Livio o Estrabón, contemporáneas al propio Princeps- atribuyen a los Vascones. Como particular homenaje de este blog a Augusto -también en lo material, y, especialmente, en el territorio que fue objeto de estudio en dicha charla, un auténtico optimi status auctor (Suet. Aug. 28)- compartimos aquí el material íntegro de la citada charla y el audio de la misma con la esperanza de que -en la serie Instrumenta que, desde hace meses, ofrecemos en Oppida Imperii Romani- ilustre a los lectores de este espacio respecto de la incidencia de las reformas de este personaje sin par en la Historia de Roma y aun de Occidente y le rinda, también, un singular homenaje. ¡Que lo disfrutéis!

PROVINCIA HISPANIA CITERIOR



[Portada del volumen nº 44 de la Serie Instrumenta, de la Universitat de Barcelona, OZCÁRIZ, P.: La administración de la provincia Hispania citerior durante el Alto Imperio Romano. Organización territorial, cargos administrativos y fiscalidad, Universitat de Barcelona, Barcelona, 2013, 341 pp., 978-84-475-3770-9, un volumen imprescindible para conocer la Historia de la administración romana en las Hispanias]

En el marco de las series editoriales que, sobre Antigüedad Peninsular, han ido viendo la luz en España en los últimos años, sin lugar a dudas la Serie Instrumenta, de la Universitat de Barcelona –y órgano editorial principal, aunque no sólo, del Centro de Estudios para la Interdependencia Provincial en la Antigüedad Clásica, CEIPAC, de dicha institución universitaria– se ha convertido en una de las series de referencia, tal vez en la que mejor cumple los criterios de calidad de sus publicaciones, periodicidad de sus entregas y, por supuesto, impacto y oportunidad de sus textos. Colecciones como los Estudios sobre el Monte Testaccio, las actas de los coloquios de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza (ofrecemos enlace a los números más recientes) o trabajos bien recientes sobre cuestiones muy diversas pero siempre de actualidad en la investigación (por ejemplo los trabajos de ANDREU, J. (ed.): Los Vascones de las fuentes antiguas. En torno a una etnia de la Antigüedad Peninsular, Barcelona, 2009; LOZANO, F.: Un dios entre los hombres. La adoración a los emperadores romanos en Grecia, Barcelona, 2010; MARTÍNEZ-PINNA, J.: Las leyendas de fundación de Roma. De Eneas a Rómulo, Barcelona, 2011; o ESPADA, J.: Los dos primeros tratados romano-cartagineses. Análisis historiográfico y contexto histórico, Barcelona, 2013) la han convertido en una serie de trabajos de absoluta referencia e impacto que es necesario seguir muy de cerca. Además, la diversificación temática de los títulos publicados –siempre en el marco del Mediterráneo Antiguo pero con cuestiones que abordan la historia política, institucional, social y económica del mundo clásico– garantiza, tras veintiún años de andadura –el primer volumen se publicó en 1993–, que sean pocas las cuestiones abiertas en la investigación sobre Antigüedad Clásica –y, en particular, sobre la relación entre las provincias del Imperio Romano– para las que, para profundizar, no haya que pasar por la consulta de un trabajo de esta serie.

En el marco de la actividad del CEIPAC, dirigido por el Dr. D. José Remesal, los trabajos del autor que firma el volumen que aquí se reseña, el joven Dr. D. Pablo Ozcáriz, de la Universidad Rey Juan Carlos, y formado primero en el Departamento de Historia de la Universidad de Navarra y, después, al abrigo del propio CEIPAC y de la Universität Heidelberg, se han convertido en una importante referencia para conocer los sistemas e instituciones con que Roma organizaba la administración de los territorios conquistados. No hace mucho, de hecho, ha visto la luz una miscelánea, coordinada por Pablo Ozcáriz y por José Mª Blázquez Martínez que repasaba en detalle aspectos fiscales, administrativos, locales y globales de la administración provincial con atención particular a Hispania (OZCÁRIZ, P., y BLÁZQUEZ, J. Mª (eds.): La Administración de las provincias en el Imperio Romano, Madrid, 2013) y, desde luego, el trabajo que en 2006 publicara el propio Ozcáriz sobre la organización conventual de la Tarraconense (OZCÁRIZ, P.: Los conventus de la Hispania Citerior, Madrid, 2006) se ha convertido ya en título de referencia para quien quiera adentrarse en el estudio de la administración provincial hispana y aun del aparato administrativo romano en general. Es evidente que el título que aquí se reseña también va a convertirse en una referencia. Su objetivo, expresado por el autor al comienzo del volumen y, antes, en un acertado prólogo de José Remesal (pp. 13-15), es el de contribuir a entender a través de qué medios fue posible gobernar con un sistema que se fue adaptando progresivamente en el tiempo –aunque no con demasiados cambios, de ahí parte de su mérito, apenas pequeños reajustes– “la provincia más extensa y, probablemente, más diversa del Imperio” (p. 17) y ello, sin duda, convierte el trabajo en útil y, también, en necesario, en muy oportuno. Pero es que, además, para resolver esa cuestión, el Prof. Ozcáriz se detiene en cuestiones tan de actualidad en la investigación como los Fasti Hispanienses –el libro adopta, en cierto modo, en algunos capítulos (especialmente pp. 255 y ss., en el Capítulo 7), una clara estructura prosopográfica–, la delimitación de las funciones del gobernador, las razones de la elección de la Tarraconense como destino provincial, la actividad del propio legado frente a los provinciales y la relación con éstos, el personal al servicio de la administración y, por supuesto, la cuestión de las instancias supraciudadanas auxiliares a la provincia y, en concreto, los conventus, cuestión sobre la que el autor vuelve revisando y actualizando algunos de los presupuestos mantenidos en su trabajo antes citado, de 2006.

El volumen, editado con la elegancia habitual de Instrumenta, dotado, además, de una bien seleccionada bibliografía (pp. 283-312) y de unos cuidadísimos y utilísimos –en especial por la casi enciclopédica filosofía del volumen– índices temáticos (pp. 313-341) aborda cuatro grandes temas que, más o menos, se corresponden con la clarísima estructura en siete grandes capítulos que presenta el trabajo. Los temas en cuestión son: la provincia Hispania Citerior, su territorio, su configuración y las subdivisiones que se establecieron en tan magno espacio geográfico con una capital provincial, Tarraco, notablemente alejada de algunos de los espacios dependientes de su jurisdicción (Capítulos 1 y 2); la figura y las funciones del gobernador (Capítulo 3) atendiendo, por supuesto y como es lógico –pues se revela fundamental en una provincia de la amplitud de la que consagra el estudio– al personal que aquél tenía a su servicio (Capítulo 5 y 6); y, lógicamente, al funcionamiento cotidiano –a nivel de política práctica pero también de relaciones personales, clientelares y prosopográficas– de ese complejo, pero eficaz, aparato de gestión (Capítulo 7 aunque, también, algunos aspectos son tratados en epígrafes específicos de los anteriores capítulos) implantado por Roma en parte de nuestro suelo. La respuesta a cada uno de estos temas le permite al autor ir dando entrada, además –y con extraordinaria habilidad–, a cuestiones de notable interés en las que demuestra su capaz manejo de las fuentes y de la documentación no sólo de naturaleza epigráfica y prosopográfica sino, también, literaria y arqueológica. Esas cuestiones, además, abordan problemas aun abiertos por la investigación respecto de la administración provincial  y contribuyen a subrayar, como concluye el autor (p. 280), que la Tarraconense en realidad contó “con características propias que no coinciden con ninguna otra provincia del Imperio”, aspecto éste sobre el que incide notablemente el autor a la hora de abordar algunas de las cuestiones más controvertidas de cuantas se tratan en el libro (puede resultar útil, como carta de presentación del trabajo, consultar su índice, aquí). 

Cuando el mejor acierto de un libro es su propia publicación, su oportunidad editorial, y todo él está llamado a convertirse –con esa pluma, además, profundamente científica pero, también, claramente pedagógica y clarísima, que caracteriza toda la producción de Pablo Ozcáriz (puedes ver, si no, el seminario que la UNED de Tudela programó, con él como protagonista, el pasado Diciembre de 2013, precisamente sobre administración romana: pincha aquí)– en una herramienta de referencia para el mejor conocimiento de la Hispania Romana, es difícil individualizar aportaciones, el volumen en sí es intrínsecamente un acierto. Sin embargo, sí hay varios logros que, si cabe, encumbran este La Administración de la provincia Hispania Citerior. En primer lugar, nos parece muy apropiada la disección que el autor hace de la evolución del modelo administrativo aplicado por Roma en la Citerior a partir de tres grandes momentos: el augústeo –de dotación de unidad al territorio, de personal y de instituciones (los iuridici y los conuentus) apropiadas para la gestión, en la unidad, de la gran diversidad territorial–, el flavio –de freno a la “diversidad social”, como el autor llama a la desigualdad estatutaria entre comunidades remediada con la concesión del Latium– y el más tardío, postantonino, ya de necesario acercamiento de la administración al ciudadano, episodio en el que los distritos de Asturia et Callaecia (pp. 222-223), por ejemplo, o la Hispania Superior (pp. 51-53: el autor había ya tratado el tema en un recomendabilísimo artículo suyo en Pyrenae, 38-2, 2007, pp. 33-46) dan claras muestras de las preocupaciones y del tenor adoptado por la administración en ese complejo momento. Otro capítulo que, a nuestro juicio, resulta especialmente meritorio y, además, útil –estamos convencidos que este volumen será también de referencia para estudiantes– es el que el autor consagra a detallar las actividades y tareas del gobernador en la Tarraconense a partir, fundamentalmente, de la evidencia epigráfica pero también de la literaria (pp. 129-138). Pablo Ozcáriz describe, en detalle, la actividad judicial del gobernador, sus labores al frente del ejército cuando era necesario, su acción en pro del control del gasto –tema éste (pp. 136-137), de notable actualidad en la investigación, en que ofrece una actualísima bibliografía–, la labor a favor de la realización de actividades censitarias y, por supuesto, su acción dinamizadora de la construcción pública. En todos esos casos, y, especialmente, cuando falta la documentación específica para la cuestión hispana –por ejemplo en el tema del control económico– el autor no duda en poner en contexto hispano noticias procedentes de las fuentes –muy en especial de la correspondencia de Plinio el Joven– y suponer razonablemente unas actuaciones semejantes en el territorio de estudio. Esta preocupación, precisamente, por el modo cómo Roma hacía presente su administración en un territorio tan amplio lleva al autor a introducir –a nuestro juicio uno de los capítulos mejor conseguidos del trabajo (pp. 145-181)– una amplia digresión sobre el asunto de los legati iuridici, el personal itinerante que, al servicio del gobernador, le auxiliaba en la administración de justicia por todo el territorio provincial en giras bien establecidas. El trabajo que aquí valoramos explica cómo surgió esa figura (pp. 162-163 y 168-170), su originalidad en el marco del cuadro general de la administración romana (pp. 145-148), cuáles fueron sus pautas de actuación (pp. 178-181) y cuáles los probables centros –con atención especial a Calagurris, en territorio de Vascones, una cuestión que también ha interesado siempre al autor– desde los que éste pudo ejercer su iurisdictio. De estructura semejante es el capítulo (Capítulo 5) que el volumen dedica a los procuratores y que introduce, además, la parte final –el sexto apartado del trabajo– consagrada a un exhaustivo y documentadísimo catálogo –casi de diccionario– de la administración provincial no en vano, como señala el propio autor (p. 254), “el abanico de puestos administrativos refereidos es una buena base para mostrar un panorama de la maquinaria administrativa que Roma disponía en la provincia, sobre todo en Tarraco”, base que se emplea, también, para introducir conceptos relativos al fisco (a través de la figura del aduocatus fisci, p. 218), al censo (a través de las figuras de legatus Augusti in censibus accipiendis, pp. 217-218 o del censitor conuentus, en p. 222), a la organización judicial o a todo el aparato de ranfo inferior de la administración provincial (pp. 224-242), registros todos –el judicial, el fiscal o el administrativo– en los que el autor se mueve con la soltura de quien es, de hecho, un romanista consagrado.

En definitiva, quienes se dedican –y en este país, es cierto que la cuestión tiene cada vez un mayor atractivo investigador aunque también es verdad que, a veces, como el propio autor indica (p. 18) han faltado visiones de conjunto, otro mérito de este número 44 de la serie Instrumenta– al estudio del modo como Roma organizó, desde el poder central, la vida de los territorios de su vasto imperio, este volumen se ha de convertir ya en una referencia, de lectura inexcusable y, también, de consulta continua para profundizar en el modo cómo Roma extendió su labor de gestión por los territorios de una de las más grandes provincias de cuantas, bajo su acción, se conformaron en el arco mediterráneo.


LOQVVNTVR SAXA



Portada del número 41 de la colección de Monografías y Estudios de la Antigüedad Griega y Romana de Signifer Libros, JORDÁN, Á. A.: Concepto y uso del monumento epigráfico en la Hispania Romana durante el Principado, Madrid-Salamanca, 2014, 308 pp., 978-84-941137-7-2, recomendabilísimo (si estás interesado en adquirirlo, pincha aquí).

Quienes nos dedicamos a enseñar Epigrafía Latina -esa ciencia que, como dice el título de nuestro post, hace que, efectivamente, "hablen las piedras- y sería deseable que así fuera también entre quienes la estudian en las aulas universitarias o la emplean como fuente de información para conocer el mundo antiguo, estamos muy acostumbrados -aunque no haga tanto tiempo de su implantación en el lenguaje de la academia- a manejar tres conceptos a veces difíciles de distinguir pero que, en cualquier caso, definen muy bien -desde una óptica cultural- uno de los grandes "milagros" de Roma, el de ser capaz de -a través de unos complejos procesos de aculturación- convertir las inscripciones en "medios de masas" (en expresión del autor del volumen que aquí reseñamos, p. 16) y, por tanto, en un elemento esencial de la cultura escrita de la sociedad romana y, después, también de aquéllas que interactuaron con ella. Se trata de los conceptos de hábito epigráfico (epigraphic habit), la costumbre, la rutina de grabar inscripciones (MAC MULLEN, R.: "The epigraphic habit in the Roman Empire", American Journal of Philology, 103.3, 1982, pp. 233-246  o MEYER, E. A.: "Explaining the Epigraphic Habit in the Roman Empire: the Evidence of Epitaphs", Journal of Roman Studies, 80, 1990, pp. 74-96; de cultura epigráfica (epigraphic culture), el modo en que el hábito epigráfico tomó forma en función de una serie de condicionantes culturales y etnográficos variadísimos (éstos últimos extraordinariamente bien tratados en el volumen que nos ocupa: pp. 41-50) (WOOLF, G.: "Monumental Writing and the Expansion of Roman Society in the Early Empire", Journal of Roman Studies, 86, 1996, pp. 22-39, por ejemplo, además de este útil vídeo/entrevista a Géza Alföldy, que tanto trabajó sobre esta cuestión: pincha aquí); y, por último, el paisaje epigráfico (epigraphic landscape), el aspecto que las ciuitates y los territoria -y en general cualquier espacio susceptible de ser escenario para la instalación de una inscripción- adquirieron a propósito de la colocación de inscripciones y el modo cómo éstas y aquéllos interaccionaron durante la Antigüedad (por ejemplo, el coloquio COOLEY, A. (coord.): The Epigraphic Landscape of Roman Italy, Londres, 2000 o, a nuestro juicio uno de los trabajos más ilustrativos sobre la cuestión, el de CORBIER, M.: Donner à voir, donner à lire. Mémoire et communication dans la Rome ancienne, París, 2006). Los tres están completamente entrelazados -y son manejados, además, de un modo extraordinariamente solvente- en el volumen que aquí valoramos, una nueva entrega de una de las series editoriales -junto con Instrumenta, de la Universitat de Barcelona- a las que hay que estar siempre atentas, respecto del mundo antiguo, en el mercado editorial español. 

La complejidad de esos conceptos y el hecho de que, habitualmente, el polisémico fenómeno de las inscripciones haya sido estudiado de manera parcial -"míope", podría decirse- y sin atender suficientemente a lo que de "globalización cultural" supuso, convierte ya en un acierto -por su oportunidad y por su enfoque metodológico- el trabajo que reseñamos en esta aun naciente sección Volumina de Oppida Imperii Romani, un volumen extraordinariamente bien editado -como todos con los que nos obsequia esta colección puesta en marcha, con extraordinaria prolijidad, por el Prof. Dr. D. Sabino Perea- que trata de responder a la cuestión de "con qué finalidad emplearon los distintos grupos sociales las inscripciones y de qué forma se conformó el espacio epigráfico urbano" (p. 11) tratando de explicar por qué se grabó una inscripción en época antigua, con qué objetivo y con qué propósitos y, además, si esas motivaciones fueron comunes o no a los distintos grupos sociales que emplearon las lapidariae litterae (Petron. Sat. 58, 7) como vehículo de comunicación y, muchas veces, como medio de auto-representación social. Un propósito semejante -totalmente ambicioso- sólo podría abordarlo alguien capaz -desde que comenzó su formación en las aulas de la Universidad de Navarra y la ha madurado como miembro del Equipo Técnico de la revista Hispania Epigraphica y de su imprescindible versión online: pincha aquí- de moverse con éxito y soltura entre las evidencias -debidamente procesadas y organizadas a partir del método estadístico y analítico- que caracterizan fenómenos concretos del ya referido hábito epigráfico, en el caso del volumen que nos ocupa, del que se atestigua en los territorios de las antiguas provincias hispanas, territorios, además, absolutamente desiguales en su sustrato cultural, en la incidencia del fenómeno de la urbanización y, por tanto, atractivos como escenario para valoraciones comparativas, algunas extraordinariamente bien valoradas en las páginas que integran este trabajo (pp. 41-48, por ejemplo, ¡muy esclarecedoras respecto del diferente uso del monumento epigráfico en zonas de tradiciones culturales, étnicas y lingüísticas diversas!). Y es evidente que Ángel A. Jordán ha acreditado suficientemente, hasta la fecha, a través de un ya dilatado curriculum investigador (pincha aquí), su capacidad para escudriñar con acierto la documentación epigráfica y, sobre todo, su audacia para plantear explicaciones a cuestiones que, en ocasiones -y muchas afloran a lo largo de las páginas de este libro cuya lectura, como casi todo lo que este autor firma, no deja indiferente- se han respondido sin tener demasiado en cuenta lo que el ordenamiento de la evidencia documental permite suponer, un planteamiento éste que puede parecer positivista pero que el autor demuestra que es, esencialmente, útil (pp. 55 y ss., por ejemplo). De hecho, algunas de las últimas y brillantes publicaciones del todavía joven Ángel A. Jordán -accesibles desde su completo perfil en Academia- demuestran su extraordinario conocimiento del modo cómo se fue conformando, en diversas zonas de la Península Ibérica pero de modo especial en la Tarraconense y, más concretamente, en el conuentus de la colonia Caesar Augusta, la concepción epigráfica de la sociedad que pobló dichos espacios o de la manera cómo evolucionó el hábito epigráfico en dicho ámbito geográfico y, también, sobre qué condicionantes culturales e ideológicos lo hizo (véanse, por ejemplo, sus trabajos en Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra, 21, 2013, pp. 81-111, o el capítulo con el que contribuyó a Hispaniae. Las provincias hispanas en el mundo romano, Tarragona, 2009, pp. 125-138 en el que se manejan, además, conceptos sobre los que se vuelve, de nuevo, en el libro que aquí comentamos). Y esa acreditada capacidad de manejar una tremendamente ingente documentación epigráfica -alrededor de 25.000 inscripciones conservamos del pasado romano de la Península Ibérica- no es, sin duda, cuestión baladí pues el autor ha sido capaz de analizarla sin perder de vista cada uno de los tres niveles en que -a su juicio- debe ser comprendida una inscripción romana y, si se nos permite, cualquier documento antiguo y que el propio investigador -a propósito de la difusión del hábito epigráfico a partir de Augusto- describe de manera clarísima en el libro (p. 15): el del comitente -de hecho, la segunda parte del volumen analiza, en detalle, cuál fue el uso que hicieron de las inscripciones quienes fueron sus principales protagonistas y promotores, el emperador (pp. 51-110), los ordines senatorius y equester (pp. 111-164), el ordo decurionum local (pp. 165-226) y las clases que podríamos denominar dependientes (pp. 227-260), un tema éste último al que el autor había ya dedicado otros trabajos y en el que se desenvuelve con notable soltura-, el del monumento en sí y el del receptor y lector de la comunicación atendiendo al papel que la ciuitas supuso como "escenario" habitual del hábito de grabar inscripciones y sin perder de vista de qué modo la extensión del modelo municipal pudo condicionar ese ritmo de desarrollo y evolución de la citada costumbre (pp. 28-36).

Concepto y uso del monumento epigráfico en la Hispania Romana durante el Principado es un volumen sencillo en estructura pero que, nos parece, absolutamente complejo en la organización del material presentado, complejidad que garantiza, además, la utilidad del mismo (ya adelantamos que se convertirá, por su planteamiento, en un libro de consulta constante para quien trabaje con fuentes epigráficas). Un generosísimo elenco de tablas (véase, por ejemplo, las que inventarían las inscripciones de obras públicas promovidas por la elite local -pp. 215-218- o las que recogen a los beneficiarios de tituli honorarii -pp. 179-182-) ofrece abundante repertorio material sobre los distintos tipos de inscripciones -particularmente las cultuales, las monumentales y las honorarias-, tablas que pueden ser susceptibles de futuros estudios pues tienen la virtud de ofrecer, debidamente procesado, todo el material epigráfico disponible sobre la participación de los distintos estamentos sociales en la utilización de una u otra "concepción epigráfica", uno de los conceptos más atractivos de cuantos se presentan en las páginas que aquí valoramos. El trabajo se mueve en torno a varias ideas principales que, a nuestro juicio, resultan novedosas y están sobradamente cimentadas en el análisis de la documentación -cierto que, en ocasiones, algo caprichosa- que ha llegado hasta nosotros. Además -y ése es, a nuestro juicio, otro de los aciertos del trabajo- Ángel A. Jordán recapitula constantemente, al final de cada apartado, las conclusiones a las que llega contribuyendo, de ese modo, a resaltarlas y hacerlas más perceptibles evitando que el lector se pierda en una erudición documental ciertamente sobrecogedora y totalmente útil para el futuro. Así -en un capítulo segundo absolutamente soberbio (pp. 15-50) y que, nos parece, se convertirá en lectura obligatoria en las aulas y en los circuitos investigadores- el autor resume de qué modo, desde los tiempos de Augusto, las inscripciones se convirtieron en medio para exaltar los méritos y la memoria de quienes las promovieron o recibieron (Plin. Ep. 2, 7, 3-6), cómo la ciudad fue convirtiéndose en el espacio privilegiado para acoger ese tipo de monumentos y, sobre todo, en qué medida a partir de Vespasiano se fue operando -seguramente por la propia ideología imperial respecto del uso de los tituli, que el autor presenta de forma acertada (pp. 23-27) escudriñando, con acierto, también la evidencia de las fuentes literarias- un cambio en la concepción epigráfica que privilegiaría la dimensión cultual respecto de la honorífica del propio epígrafe. En este sentido, la caracterización que (pp. 38-39) se hace de los elementos que fueron atenuando el peso de la cultura epigráfica en la sociedad romana en general y en el medio urbano en particular en los siglos de la tan discutida Antigüedad Tardía (a partir del siglo III d. C.) nos parece otro de esos puntos en los que el libro de Á. A. Jordán -compañero de fatigas e ilusiones en Los Bañales de Uncastillo- alcanza cotas de validez pedagógica ciertamente meritorias. Tras esa esclarecedora y fundamental primera parte -engrosada, como anotábamos, por el segundo capítulo del libro (puedes, desde aquí, acceder al índice del volumen)- el autor se entretiene, de modo organizado, en caracterizar cuáles fueron las figuras sociales receptoras y promotoras de inscripciones conforme al orden que citamos más arriba. Así, respecto de la figura imperial, a partir del análisis de las más de 500 inscripciones que, en las Hispaniae, tienen al emperador como protagonista, Á. A. Jordán refrenda su visión de cómo la eclosión augústea y julio-claudio que llevó a los Principes a acaparar el espacio público (p. 67) experimentó a partir de época flavia -excepción hecha del paréntesis de Antonino Pío- una retracción bastante notable (pp. 80 y ss.) que, tal vez, resulte sorprendente al lector menos avezado en el uso y significado de la documentación epigráfica. En relación a los tituli promovidos o protagonizados por gentes pertenecientes a los primi ordines -senadores y caballeros- tal vez la percepción (pp. 135-145) de que solían emplear el medio epigráfico sin aludir expresamente a su pertenencia a dicha clase social resulte una de las luces más claras que el trabajo aporta de igual modo que respecto de la caracterización que se hace del uso del medio epigráfico por la elite local se subraye su frecuente contribución a la monumentalidad cívica (p. 215), su afán por demostrar lealtad al Princeps (pp. 195-201) y su gran afición a la recepción de honras públicas (pp. 205-2011).

En definitiva, a través de algo más de trescientas páginas aderezadas, además, con unos bien trabajados -y utilísimos- índices onomásticos y topográficos (pp. 291-398) y una bibliografía (pp. 269-290) que, desde luego, es útil para ponerse al día sobre Epigrafía Latina en general y Epigrafía Hispánica en particular, Ángel A. Jordán traza, en este libro, un adecuado panorama de cuál fue la evolución del hábito epigráfico en las provincias hispanas entre Augusto y los comienzos de la Antigüedad Tardía caracterizando de modo absolutamente brillante ese proceso y aportando, además, pruebas concluyentes de que, en adelante, en el estudio de conjuntos epigráficos cerrados, será necesario atender a la interrelación de los "elementos conceptuales, culturales y sociales" que intervinieron en el diseño de la cultura epigráfica romana, en su formación, su consolidación y su ulterior transformación en el ocaso del Principado. Sólo de ese modo -y este volumen arroja luces más que suficientes para hacer ese recorrido investigador posible- los historiadores seremos capaces de obtener una adecuada imagen de ese procedimiento y, sobre todo, de entender mejor, de obtener una "interpretación más veraz" (p. 267) de cada inscripción. La tarea por hacer resulta apasionante y este volumen nos da las pautas para entender mejor parte de nuestro legado documental más elocuente sobre la Antigüedad, las inscripciones, unos monumenta que, como dice una conocida inscripción romana (CIL VI, 1783), constituyen, para los historiadores, el único indicio para conocer las uirtutes de muchos de los casi-anónimos protagonistas de la Historia de Roma. El modo cómo las emplearon para homenajer al emperador de turno, rendir culto a la divinidad o exaltar sus cualidades o las de sus familiares nos resulta ahora mejor conocido gracias al hercúleo esfuerzo que se percibe detrás de este número 41 de las monografías de Signifer. ¡Un libro, sin duda, de referencia, los estudios epigráficos están, nuevamente, de enhorabuena!